Amanecía otro día en Kioto y nos poníamos en pie en lo que era otro de los “must” de nuestro viaje de 20 días por Japón: nos íbamos a visitar Fushimi Inari y Nara.

Fushimi Inari se encuentra a 5 minutos (escasos) desde la estación de Inari a la que se llega fácilmente desde la estación de Kioto. Allí, cogeremos un tren LOCAL de la línea JR NARA (andenes 8,9,10 si es que disponemos de JR PASS que sería lo más habitual).

Una vez en la estación de Inari (dos paradas) tan solo tenéis que cruzar y dirigíos de frente al santuario.

Nosotros llegamos para visitar Fushimi Inari exactamente a las 7.45 y ya había algo de gente pero nada comparado con lo que te puedes encontrar allí un rato más tarde.

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Tenemos que decir que este día, para nosotros fue el peor día de calor de todo el viaje; fue realmente duro.

Una vez subes las escaleras ya te encuentras con la famosa foto de Inari, y la imagen que todos conocemos.

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Fushimi Inari o Fushimi Inari Taisha es un enorme santuario sintoista (que además está abierto las 24 horas del día) de los más importantes de todo Japón (hay más de 32000) pero además de eso, el santuario principal dedicado al dios del arroz Inari.

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Lo más característico de este santuario; y por lo que es mundialmente conocido, es por los miles de torii rojos que son donados por los comerciantes (Inari es el patrón de los comerciantes) a los que les ponen sus nombres para que el dios Inari les traiga prosperidad.

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La visita a Fushimi Inari siempre ha sido muy popular en las rutas por Japón; pero sin duda, la película “Memorias de una Geisha” ha contribuido a que las visitas a este santuario se multipliquen. Esta imagen es de un fotograma de película.

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Mucha gente que visita este santuario; se queda con los primeros pasillos de torii que son los más conocidos; pero si haces esto te estás perdiendo un lugar fascinante, lleno de magia y para nosotros, un lugar hipnótico.

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Subir a la cima del santuario y caminar por esos 4 kilómetros a través del bosque lleno de torii y en los que si vas temprano como nosotros, puedes estar practicamente solo todo el camino o encontrarte con el propietario de un pequeño negocio de souvenir tocando esa melodía tan característica de la música de relajación.

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Además, nos encontramos con muchos Kitsune, los zorros mensajeros de Inari que se encuentran en muchos de los santuarios dedicados al dios Inari y que guardan la llave del arroz (y por lo tanto, de la riqueza y la abundancia).

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El calor era insoportable, como os decía fue el peor día de calor de todos, pero aun así seguimos subiendo porque queríamos llegar a la cima del santuario (eso si, recordad que luego hay que volver !!!).

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Nos fuimos parando en varias ocasiones antes de iniciar la bajada y ya una vez íbamos bajando ya fuimos notando como se iba llenando de gente y más gente aunque aun con un poco de paciencia pudimos hacer alguna bonita foto.

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Cuando decidimos irnos, era increible la cantidad de gente que iba llegando (serían como las 10 de la mañana) así al igual que os contamos el post de Arashiyama; os recomendamos llegar lo antes posible si no queréis encontraros con verdaderas multitudes.

Si aun así no os cuadra madrugar, cruzar los primeros pasillos de torii y animaros a caminar y a subir por el monte Inari porque veréis un Fushimi Inari totalmente diferente.

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Para nosotros; ha sido de lo mejor de Japón. Visitar Fushimi Inari ha estado a la altura de lo que esperábamos: un lugar mágico, un sitio que te atrapa y te hipnotiza caminando entre los miles de torii con ese color tan característico que hacen que no puedas dejar de admirarlos.

Una vez de vuelta en la estación de tren; cogimos un tren a Uji y de ahí tomamos un RAPID hacia Nara.

Visitar Nara se nos hizo muy complicado porque si en Inari hacía una humedad agobiante, en Nara hacía aun más calor y además de la humedad el sol picaba muchísimo. Aun así, salimos de la estación dispuestos a visitar Nara o al menos sus monumentos más importantes.

Antigua capital de Japón; Nara se encuentra cerca de Kioto por lo que hacer una excursión de unas horas (en caso de no disponer de más tiempo) es totalmente recomendable tanto desde Kioto como desde Osaka (está bien ubicada para poder hacer la visita desde estas dos ciudades).

Nara aun conserva esa imagen del Japón tradicional de antaño, con algunas calles tradicionales y barrios de ninjas o samurais en perfecto estado de conservación.

Comenzamos paseando entre los templos Konkufuji y Horyuji; este último muy conocido, por la “Pagoda de las 3 historias”, una impresionante pagoda de 5 pisos.

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Desde aquí nos fuimos dando un paseo (¿he dicho ya el calor que hacía?) hacia el Parque de Nara para ver a los conocidos ciervos… muchos de ellos descansaban a la sombra mientras otros se acercaban a los turistas que les daban de comer “sembei” una especie de galletas que podréis comprar en algún puesto ambulante.

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Por cierto, los ciervos “sika” son sagrados; literalmente, al menos para los japoneses. En el sintoismo son considerados mensajeros de los dioses y por ello se les tiene gran veneración.

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En el parque se pueden ver varios santuarios, jardines y torii así que si se tiene tiempo es un paseo muy chulo.

Nosotros nos dirigimos directamente a la visita más conocida de Nara: el Todaiji.

Sin duda una vez te acercas a la puerta Nandai-mon te das cuenta que las dimensiones del templo pueden ser tremendas; pero es que cuando lo ves te quedas con la boca abierta, es realmente grandioso.

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Tras pagar los 500 yenes de entrada por persona nos dirigimos hacia dentro para ver lo más famoso del templo: el Gran Buda que según cuenta la leyenda fue construido hace más de 1400 años con la participación de más de 2 millones y medio de personas.

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Las dimensiones de este Buda, son impresionantes: 16 metros de altura (ojo, que está sentado !!), sus ojos miden un metro !! Está construido en bronce y algo de oro aunque la estatua que hoy vemos se trata de una reproducción del siglo XVI.

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Dimos la vuelta por todo el Buda, admirando además el resto del templo en el que además se puede ver que uno de sus pilares tiene un agujero, dicen que del tamaño del agujero de la nariz del Gran Buda y que el que logra pasar por él, será bendecido por Buda… Nosotros ni lo intentamos claro…

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No nos cansamos de hacer fotos, ya que nos pareció realmente bonito.

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Una vez salimos del Todaiji nos dirigimos caminando hacia otro templo que a mí particularmente me pareció precioso y que se ha convertido en uno de mis sitios preferidos de todo Japón si hay algo que consideramos imprescindible además del Todaiji, eso es visitar Kasuga Taisha.

El Santuario Kasuga Taisha es uno de los santuarios sintoistas más antiguos de Japón. Incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1998, ya el camino que te lleva hacia el santuario es impresionante, con esos faroles de piedra (más de 2000 !!!) llenos y los ciervos escondidos entre ellos, que le dan una atmósfera especial…

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Si el camino que lleva al santuario es bonito; el Kasuga Taisha en sí (500 yenes) es realmente espectacular. Más de 1000 lámparas de bronce (llamadas Toro) distribuidas por todo el recinto hacen que la visión sea preciosa…

 

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Tras hacer decenas de fotos, llegamos a una sala oscura con lámparas iluminadas que te deja con muy buen sabor de boca para finalizar la visita.

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El contraste del bronce con el color del recinto es verdaderamente una maravilla.

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Por cierto si vuestra visita coincide con los días 3 de febrero o 14 y 15 de agosto, podréis disfrutar del festival Mantoro, en el que se encienden las lámparas a medida que se va poniendo el sol. Tiene que ser una maravilla !!

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Salimos del templo encantadísimos con la visita (casi más que con el Todaiji) y nos fuimos a comer cerca de la zona de Naramachi. Dimos buena cuenta de un plato de arroz con pollo y verduras, y un plato de calamar en tempura con arroz y verdura con agua y una cerveza muy grande por 2150 yenes.

Después de comer nos fuimos a visitar el pequeño distrito de Naramachi, un entramado de calles tradicionales, perfecto para pasear y perderse por los callejones y sentir el sabor del antiguo Japón.

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Naramachi era un antiguo distrito comercial, y sus casas tradicionales han sido reconvertidas (con un gusto exquisito, como en todo Japón) en restaurantes, casas de té, tiendas artesanales o pequeños museos y galerías de arte.

Entramos en una pequeña casa; que además de tienda, tenía un pequeño museo con objetos de todo tipo. Por cierto, es muy típico allí ver como unos monos colgados llamados migawari-zaru que decoran muchas de las casas tradicionales o machiya de Naramachi (los que vimos para comprar eran excesivamente caros).

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Además de pequeños museos, si os gusta el té, hay varias casas en las que podréis tomar el té de manera tradicional.

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Dimos por terminada nuestra visita a Nara y cogimos el tren de vuelta a Kyoto, donde nos tomamos un par de cocktails cerca de la estación mientras hacíamos tiempo para cenar. Esta vez, volvimos a cenar en el centro comercial de la estación, optamos por dos platos de pasta y agua (2190 yenes).

Nos volvimos al hotel, agotados sobre todo por el intensísimo calor y humedad del día de hoy… Pero muy satisfechos con las dos etapas vividas ese día.