Una de las cosas que teníamos claras a la hora de planificar el viaje por Japón, es que todos los días tendríamos que madrugar; pero en Kioto, estaba aún más claro.
Después de leer algunas experiencias y de hablar con Verónica, teníamos claro que había zonas que queríamos ver sin que aquello pareciese una romería, y a partir de este post, entenderéis el por qué de este comentario.
Nuestro primer día en Kioto comenzó a las 6.30. Después de una ducha, salimos a comprar algo de desayuno de camino a la estación; donde cogimos el tren JR a las 7:35 con dirección al Oeste de Kioto, rumbo a visitar Arashiyama.
Puntuales a las 7:47, bajamos del tren y siguiendo las indicaciones, nos dirigimos a visitar el bosque de Bambú de Arashiyama; el que es sin duda la visita estrella de esta zona de Kioto y para nosotros, uno de los imprescindibles de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
Cuando llegamos debían ser las 8:05 y una vez cruzas el primer tramo… te quedas maravillado. Nosotros nos quedamos literalmente sin palabras.
Caminar por el bosque y poder observar hasta 50 variedades de bambú, algunos de más de 20 metros de alto es una auténtica gozada.
Tan solo tenéis que ver algunas de las fotos, no hacen falta más palabras.
Como veis estuvimos prácticamente solos, y si lo que queréis ver así, tendréis que madrugar; porque después aquello se convierte en el camino del Rocío.
Nos cruzamos con dos grupos de gente nada más; y cuando llegamos ya había una persona que se iba; insistimos, que si no queréis llevaros una decepción (y esto lo digo con conocimiento de causa, porque conozco a alguna persona que se ha decepcionado al verlo tan lleno de gente) y tener la sensación de que pierda parte del encanto de estos caminos, madrugad !!.
Cuentan que si hace un poco de viento; se nota como un sonido muy particular que hace que el lugar sea aun más evocador… nosotros por desgracia, seguíamos teniendo ese calor tan particular de Kioto.
Una vez que nos dimos por satisfechos, nos fuimos a visitar uno de los templos más bonitos de Arashiyama, el Templo Tenryuji; que a su vez es uno de las 5 mayores templos zen de Kioto. (600 yenes por cabeza).
Construido en 1339, se trata de un antiguo edificio de una de las villas del Emperador Go-Daigo y se construyó después de que un sacerdote tuviese un sueño revelador en el que un dragón salía del río; de ahí el nombre del templo que quiere decir Templo Celestial del Dragón.
El edificio por el que se puede caminar, es precioso, pero lo realmente bonito es su jardín zen que es verdaderamente espectacular, y en el que pudimos observar el cariño y el cuidado con el que trabajan estos jardines…
Ahora además es la sede de una escuela budista.
Al salir del templo, nos fuimos hacia el otro lado del río, cruzando el puente Togetsu-Kyo y observando su famosa vista hacia el río.
Una de las cosas que se pueden visitar en esa zona es el parque de los monos de Iwatayama pero decidimos no entrar y volver pronto a la ciudad.
Además de esto, si se tiene más tiempo hay multitud de templos para visitar y parque que dicen que es todo un remanso de paz, el parque Kameyama.
Volvimos en tren a Kioto y cogimos un autobus en el que compramos nuestro primer pase diario con el que por 500 yenes tienes un pase para todo el día en red de autobuses.
Nos bajamos en la calle Emmache donde allí cogimos el bus 205 para hacer otro de los imprescindibles de Kioto: Visitar el Templo Kinkakuji o Pabellón Dorado.
Pagamos los 500 yenes por persona de entrada y cuando llegas, la visión no te decepciona.
Es tal y como te lo imaginabas… y a pesar de que el sol no brillaba como debía brillar, el templo relucía precioso… Eso sí, gente por todas partes, y palos de selfie por doquier a pesar de que había carteles que lo prohibían expresamente.
Este templo zen; declarado también Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994, está recubierto de pan de oro y fue construido en 1397 y desde 1408 funciona como Shariden (recinto para guardar reliquias de Buda).
El estanque donde se encuentra el Templo, se llama Espejo de agua y la visión que se tiene es realmente de un espejo donde se refleja la belleza del templo dorado.
Una vez vista esta parte, estuvimos paseando un rato por los jardines y sorteando los numerosos grupos de escolares (mucha gente se queda solo en la parque del estanque).
Visto el templo, salimos a coger el autobús 59 para visitar el Templo Ryoanji en el que también teníamos puestas grandes expectativas.
Se encuentra cerca del Kinkakuji y se podría ir andando, pero hacía tantísimo calor que era como un suicidio (y el aire acondicionado de los autobuses nos daba la vida).
El Templo Ryoanji es otro de los templos budistas zen más famosos de todo Kioto, y a pesar de la espectacularidad de sus jardines, lo más famoso del templo es su Jardín Zen seco… quizá el más famoso de todo Japón y que a nosotros… nos decepcionó…
No sé, si es que esperábamos más, o que había demasiada luz y no lo veíamos en su esplendor… Ojo, es muy bonito y no es que no nos gustase… sino que me esperaba que me dejara sin palabras, tan solo eso.
Consta de 15 piedras dispuestas sobre círculos de musgo y nadie sabe el significado exacto de este jardín (que es probable que se construyese en el siglo XV).
Si que es cierto que una vez te sientas para observar el jardín, entre lo cansado que se está y el silencio que hay, el sitio te invita a meditar y se está la mar de tranquilo.
Este templo está incluido también en los monumentos históricos de Kioto que fueron incluidos en la lista de Patrimonio de la Humanidad de Unesco en 1994.
Salimos del Templo y cogimos de vuelta el bus 59 esta vez, para dejarlo en la zona de Nishiki Market.
Visitar Nishiki Market es otro imprescindible de la ciudad sobre todo si te gusta la gastronomía y los mercados; de hecho, a este mercado también lo llaman la cocina de Kyoto; y es que tienen todo lo que os podáis imaginar que gire en torno a la cocina japonesa a lo largo de una longitud de unos 400 metros.
Nos decidimos por uno de sus locales y tras hacer unos minutos de cola nos sentamos a comer y por 1470 yenes nos tomamos un plato de Yakisoba, 2 brochetas y 5 alitas de pollo. Estaba todo muy bueno y todos los platos que veíamos que sacaban tenían una pinta exquisita.
Después de comer nos tomamos un helado muy rico con un café hielo echando un vistazo a las zonas comerciales de Teramachi y Kawaramachi, una zona llena de vida y sobre todo llenas de tiendas de todo tipo.
Aquí cometimos un error y es que nos fuimos hacia el Castillo Nijo, y digo error porque no nos dimos cuenta de la hora que era, y cuando llegamos eran más de las 5 y estaba cerrado de las 4.
Así que de nuevo cogimos el bus 50 que empalmamos con el 201 (el calor era realmente INSOPORTABLE !!!) y nos fuimos de nuevo a pasear por Teramachi y Kawaramachi y después de entrar en alguna tienda nos plantamos en la preciosa zona de Pontocho.
Pontocho es uno de los 5 barrios de Geyshas de Kioto; y aunque no es tan fácil verlas como en Gion, con suerte podréis ver alguna dirigiéndose a alguna de las fiestas privadas en las que participan.
Formado realmente solo por una calle peatonal que discurre paralela al río; sus callejones y sus antiguas casas de té, hacen que perderse por aquí sea una auténtica maravilla; además iba cayendo ya la tarde y el ambiente era aun más bonito.
Pontocho empezó a cobrar importancia cuando a partir de principio del siglo XVIII se empezaron a construir las primeras casa de té y las primeras llamémoslas… profesionales del placer o cortesanas como se llamaban entonces, convirtiéndose este barrio en una auténtica zona de placer.
Realmente, hoy en día es una calle llena de tiendas de recuerdos o artesanía (muy bonitas eso sí) y bares y restaurantes muchos de ellos (sobre todo los que dan al rio) muy caros.
También se ve mucho ambiente en los márgenes del río, de gente comiendo o bebiendo al aire libre, y sobre todo disfrutando de las vistas que ofrece esta zona de la ciudad.
Nosotros entramos en un sitio cerca de la calle peatonal, a comernos 5 gyozas y beber dos cervezas por 750 yenes.
Con esto, dimos por concluida nuestro primer día de visitas en Kyoto y nos fuimos a la zona del hotel, donde pudimos cenar dos exquisitas Okonomiyakis en un local llamado Chabaca, donde por 1760 yenes pudimos cenar los dos con cerveza, y rodeado de gente “cool” de la zona.
Y ahora sí, agotados sobre todo del calor… nos fuimos a descansar al hotel.
Ya te dije que nosotros volveremos a esa hora.
Porque quiero ver si realmente consigo que me guste, tras la decepción inicial…y es que pasaban hasta taxis!! en fin…a ver si consigo volver con otra sensación, de este segundo viaje 😉
Tengo muchas ganas de volver a Kyoto!
un abrazo
Espero que esta vez te guste más Arashiyama y puedas hacer fotos chulas !!!! Ya sabes que te seguiré atento… Un besico !!
Chulísimas las fotos de este post.Estamos siguiendo tu viaje en buscas de pistas para visitar Japón así que tomo nota del consejo para Arashiyama ¡a madrugar toca!
Me alegro que te sea de utilidad María !!! Cualquier cosa no dudes en decirnos.
Un abrazo!