Para nuestro último día en Edimburgo estuvimos dudando mucho si salir o no de la ciudad. Habíamos planeado ir a visitar la Capilla Rosslyn por ser una de las excursiones más cercanas, incluso pensamos en ir a St. Andrews. Finalmente y como la ciudad nos estaba gustando tantísimo, decidimos quedarnos sin salir de Edimburgo. Creednos, si alguien os dice que con dos días os sobra… sí, si no quieres ver más que lo esencial y de paseo sin profundizar.
Después de otro desayuno con calma en nuestro apartamento nos fuimos paseando tranquilamente y callejeando un poco rumbo al inicio de la subida a Arthur’s Seat, el que dicen que es uno de los mejores miradores de Edimburgo.
Se encuentra en un extremo de la Royal justo en la parte contraria al Castillo de Edimburgo. Esta elevación de origen volcánico es la parte más alta de las montañas de Holyrood Park.
Aunque el día estaba muy despejado y con sol, hacía muchísimo viento y eso hizo la subida algo complicada ya que aunque no se trata de una subida complicada, por según qué sitios se junta mucha gente en lugares muy estrechos.
Justo antes de iniciar la subida en sí, ya se tienen unas vistas maravillosas de toda la ciudad (por si andáis justos de tiempo o de ganas).
El nombre de Arthur’s Seat viene de la mitología artúrica; ya que se dice que este podría ser una de las posibles localizaciones del hipotético reino de Camelot (aunque hemos leido que hay varios lugares de Inglaterra con este nombre).
Otras leyendas dicen que el nombre de Arthur’s Seat viene del gaélico y quiere decir colina de las flechas, y todo apunta a que esto sería más verídico debido a las armas que se han encontrado en la zona.
A finales del XIX unos niños encontraron 17 ataúdes en miniatura; unos cuentan que se trataba de rituales de brujería; y otros (y lo más extendido) que se trataban de las víctimas de unos asesinos en serie que mataron a 17 personas para vender los cuerpos a las diferentes escuelas de anatomía. Esto es algo raro porque se supone que 12 de las víctimas de estos asesinos fueron mujeres, y las figuras encontradas en los ataúdes llevaban ropa visiblemente masculina.
La subida como os decíamos es bastante asequible pero aseguraos de que hace buen día porque con lluvia aquello puede ser muy resbaladizo y ojo con el aire que nosotros tuvimos algún susto.
Una vez lleguéis al parking del Holyrood Park tenéis dos rutas a escoger: una ruta larga (a la izquierda) y otra algo más corta.
A nosotros particularmente nos gustaron más las vistas que se tienen cuando se inicia la subida, pero la verdad es que también son bonitas las vistas desde arriba del todo, así que merece mucho la pena subir hasta allí.
Cuando bajamos; y como está al lado, decidimos visitar el Palacio de Holyrood o Holyroodhouse, la residencia oficial de la Reina de Inglaterra en Escocia desde el siglo XV.
La entrada cuesta 12 libras por persona e incluye la entrada a la abadía. Si se quiere visitar también la Queen’s Gallery, serían 16’90. También hay precios especiales para grupos y familias.
Una vez dentro del palacio está prohibido hacer fotografías dentro (en la abadía sí que permiten). Podéis alquilar también la audioguía de manera totalmente gratuita.
El interior del palacio es típico de un palacio real de estas características, de estilo barroco, decoraciones recargadas y en algún caso muy recargadas.
Para nosotros sin lugar a dudas lo más interesante de la visita es la Abadía del siglo XII que es el origen del palacio y que fue ordenada construir por el rey David I para unos monjes agustinos.
Nos encantó poder ver las ruinas de la abadía y tener esa imagen que teníamos en la cabeza de las ruinas de Escocia y que al no salir de Edimburgo no tuvimos la oportunidad de ver.
Y sobre todo pasear por los jardines de Palacio con las vistas de la Abadía... Una de las mejores visitas en Edimburgo.
Una vez fuera de Holyrood; paramos a comer algo en Oink y volver a deleitarnos con esos bocadillos tan deliciosos de cerdo con haggies y ya nos dedicamos a callejear, y disfrutar sin prisa de las calles, callejones, parques y rincones con encanto de esta preciosa ciudad.
Antes de ir a nuestra siguiente visita, paramos en una tienda de tatuajes porque se me ocurrió la locura de tatuarme algo especial para mí y en una ciudad especial… pero eso ya es otra historia que está contada en mi tobillo izquierdo y tiene forma de perro salchicha…
Nos fuimos derechos a visitar el Museo Nacional de Escocia, inaugurado en 1998 y que su parte moderna descoloca un poco porque parece que rompe con estilo de la ciudad.
A nosotros algunas partes del museo se nos hicieron muy complicadas de visitar, porque creemos que no seguían un orden lógico.
El museo se divide en diferentes etapas de la historia de Escocia desde los primeros hombres a la edad actual repartido a través de las 6 plantas del museo. Sin duda merece la pena echar un vistazo aunque solo sea a su galería principal que es preciosa.
Y además una cosa que nos hizo mucha ilusión, fue ver a la oveja Dolly!! y no solo eso; desde una de sus terrazas, se tienen unas vistas fabulosas de la ciudad.
Por cierto, que en el Museo Nacional, podéis ver los ataúdes de los que hablamos unas lineas arriba.
El resto de la tarde lo dedicamos a pasear sin rumbo y a disfrutar de algunos pubs haciendo tiempo para la cena. Además; después de cenar, y para despedirnos como era debido en Escocia estuvimos degustando un whisky de los buenos.
Terminamos aquí el diario y los post de una de las mejores escapadas que hemos hecho. Nos hemos sorprendido día tras día con esta ciudad tan mágica y misteriosa, y que desde el primer día pasó al top de nuestras ciudades preferidas y que casi a diario la nombramos soñando con volver lo antes posible.
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Muchas gracias por leernos ! Un saludo !