Tras salir de Cape Vidal, repostamos y tras comprobar que al menos de momento la rueda seguía con aire, nos pusimos en marcha hacia Swazilandia, que teníamos mucho camino por delante.

Cuando llegamos a la frontera pensábamos que los trámites serían más rápidos pero tardamos más de media en salir del país; porque además cuando habíamos pasado el primer trámite e íbamos a salir, nos miraron el carnet de conducir internacional durante un buen rato haciéndonos miles de preguntas ya que no entendían muy bien el porqué del documento en cartón (el problema viene en que te pone expedido en “x” fecha… y debían entender expirado…).

Finalmente entramos en Swazilandia y pusimos rumbo a Hlane, pero cometimos el error de confiar solo en el gps que resultó que no encontraba el lugar… vamos, que estábamos perdidos porque no sabíamos si íbamos o no por la carretera correcta, porque ni un cartel al respecto ni nada… Como os podéis imaginar, y los que me conocen ya saben por dónde voy…

Al entrar en Swazilandia sí que notamos que estábamos en África, porque hasta ahora no habíamos visto esa visión que teníamos del continente Africano.


Seguimos conduciendo (después de parar en una gasolinera digamos… rudimentaria) pero seguía sin aparecer ningún cartel o señal que nos indicase si estábamos o no en el camino correcto. Al final entramos en una reserva privada que encontramos por el camino para preguntarles por el parque (si os digo la verdad creo que se rieron de nosotros… debieron pensar, menudos pardillos…).
Nos dieron un mapa de carreteras y nos indicaron el camino correcto… (si… fallo mío de no haber llevado impreso algún mapa…)
Por cierto mucho cuidado con este tramo de carretera, ojo con las velocidades porque es de las peores carreteras que encontramos en todo el viaje, llena de potholes (agujeros) algunos verdaderamente grandes; y no solo eso si pasáis después de la hora de comer como nosotros; os encontraréis con cientos de niños en los arcenes que salen de las escuelas hacia sus casas.
Hlane se encuentra a unos 66 kilómetros al norte de Manzini y antiguamente era un coto privado de caza real. En la actualidad es gestionado por la sociedad Big Game Parks y es el área protegida más grande del país.
Decidimos visitarlo por ser territorio de rinocerontes y encontrarse allí una gran concentración de estos animales. Pero también se dice que es territorio de leones y elefantes…

Fuimos directos al parque (entrada incluida en la Wild Card) y fuimos directamente a hacer el check in y a ver si teníamos suerte para hacer el Sunset Drive… pero nos dijeron que estaba completo… nuestro gozo en un pozo… Así que reservamos el siguiente drive para las 6 de la mañana por 650 rands los dos.
Fuimos a la habitación (la reservamos en la web del parque, habitación con baño privado pero sin electricidad.

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Si queréis electricidad, hay otra zona de alojamientos más caros en otra zona más alejada del parque) a dejar las maletas, y casi en la puerta de la habitación nos esperaba este amigo; uno de los miles que veríamos en Kruger.

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Nos acercamos a la charca que hay tras la zona de recepción y flipamos con la cantidad de rinocerontes que había tan solo a unos metros del restaurante ¡! De verdad que animales tan increíbles ¡!

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Teníamos algo de tiempo hasta que se hiciese de noche así que cogimos el coche e hicimos unos caminos por libre dentro del parque; caminos estrechos muchos de ellos… nada de caminos asfaltados; sino caminos de piedras y arena así que si vais por ellos id con mil ojos.
Casi nos alegramos en el fondo de no haber cogido el sunset drive porque además que no se vería bien el atardecer nos perderíamos un momento increíble que fue ver este rinocerente bebé con su madre…

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Que emoción tan grande y que cosa tan bonita… Y cómo aprenden desde chiquitines, nos miraba con mucho recelo y por supuesto siempre bajo la atenta mirada de su madre…

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Después mirarlos embelesados y hacerle decenas de fotos, nos fuimos ya que no queríamos molestarlo mucho… y mucho menos a su enorme madre…

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Divisamos a una cebra de lejos y a un animal que nos pareció muy bonito… el ñala.

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Regresamos a la charca a ver cómo se iban retirando los rinocerontes que quedaban y fuimos a la habitación a descansar un poco antes de la cena. Cena que hicimos allí mismo en el restaurante escuchando el sonido de la naturaleza…

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La sensación de satisfacción y emoción cada día que pasaba iba a más… pero es que ahora sí que venía el plato fuerte de todo el viaje: al día siguiente nos poníamos rumbo a Kruger; pero antes de eso había que vivir grandes emociones.
Nuestro día siguiente comenzaba a las 5 am, despertándonos con algo de sueño, aunque menos de lo esperado (es lo que tiene dormirse a las 10 de la noche…), al salir nos fijamos en la rueda trasera del coche, y no es que estuviese deshinchada. Estaba en el suelo ¡!!!! Lo peor que me podía pasar había pasado… un pinchazo, en medio de la nada… intentamos calmar los nervios y nos fuimos al punto de encuentro para hacer el Sunrise Drive de las 6 de la mañana… después ya pensaríamos qué hacer; además aun de noche cerrada aunque quisiésemos no podíamos hacer nada.
El drive salió totalmente puntual, de noche y con algo de frío… comenzamos a ir por caminos que con nuestro coche hubiese sido complicado (y más con una rueda como la teníamos…)¸estuvimos un buen rato sin ver nada excepto algún impala tímido… Poco a poco fue amaneciendo y apareciendo la luz a pesar de estar un poco nublado…
De repente y a nuestro lado… un inmenso elefante ¡!!! Tremendo, enorme, y mucho más majestuoso de lo que me imaginaba… y que grandes esos colmillos ¡!!!

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Seguimos camino y al poco rato vimos a otro igual de grande, comiendo tranquilamente ajeno a toda nuestra emoción.

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Incluso vimos uno al que le faltaba uno de sus colmillos.

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Seguimos camino y aun logramos ver otro enorme elefante… Con esto ya podíamos darnos por satisfechos; ya habíamos visto a 3 de los 5 big five en lo que llevábamos de viaje por Sudáfrica.

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Pero el guía comenzó a parar más a menudo, a mirar huellas en el suelo y a decirnos que días atrás se habían visto leones y cachorros… y que estaba escuchando un ruido.
El silencio era total, era un momento muy emocionante, pero casi era hora de regresar, pero parecía que al guía no le importaba…

De repente para de nuevo el jeep y nos dice que miremos a la derecha que hay una leona… al principio no veíamos nada… pero de repente… acostumbras la vista a mirar entre la maleza… y ves algo a lo lejos… algo que mira hacia el coche…
El corazón nos dio un vuelco y eso que apenas se veía de lejos…

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Cuando al rato… oh oh… mira ¡!!! Justo frente a nosotros y venía justo al jeep ¡!!

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Una mezcla de emoción y miedo al ver a esa leona joven dirigirse hacia nosotros se apoderó de todo el grupo.

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El guía conduciendo marcha atrás, la leona que viene más deprisa y de repente aparece su hermano ¡!!! Un macho adolescente precioso ¡!!Era el que estaba escondido entre la maleza… que preciosad !!.

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Los dos frente a nosotros ¡!!

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Cuando se cansaron de perseguir el Jeep… se fueron por otro camino; eso sí, sin quitarnos ojo de encima.
Os aseguro que son momentos que nunca podremos quitar de nuestra mente…

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El guía había sobrepasado la hora en 45 minutos pero nos dijo que no quería que nos fuésemos del parque sin ver a esos leones… Nos contó que los más grandes estarían merodeando por los alrededores…

La imagen de la rueda pinchada volvió a mi mente… cuando llegamos al parking, le pregunté a un trabajador si podría ayudarnos y salió con un inflador manual… estuvimos como 20 minutos inflando la rueda y nos dijo que en lugar de cambiarla nosotros, que a 10 kilómetros en la dirección que nosotros teníamos que ir había un taller… Yo estaba muerto de miedo para qué os voy a engañar…
Volvimos a recoger las maletas y salimos de Hlane. No sabíamos si la rueda aguantaría 10 kilómetros o no… pero afortundamente llegamos al taller, en el que nos dijeron que no teníamos un pinchazo, si no 3 ¡! 3 clavos enormes en la rueda… Nos lo reparararon perfectamente y nos cobraron 120 rands por ello. Me guardé la factura para entregarla al devolver el coche…

Desde aquí os recomendamos que visitéis Hlane en Swazilandia, quizá si venís de Kruger no os impresione tanto claro… pero es un sitio de dimensiones muy pequeñas y si lo hacéis antes de llegar a Kruger; es una manera perfecta de empezar con los avistamientos.
Por otra parte os decimos que quizá si hacéis la ruta al revés y entráis a Hlane desde Kruger, quizá no os impresione tanto como a nosotros (porque ya venís de ver animales); aunque el paisaje es muy diferente al de Kruger y creemos que merece mucho la pena esa experiencia de pasar la noche con los quinqués y durmiendo escuchando la noche africana.