Por fín estábamos en Tokyo !!! después de casi 15 horas de avión (entre los dos vuelos) habíamos aterrizado sin problemas ni retrasos en el aeropuerto de Haneda.

Nos dirigimos hacia inmigración y después lo primero que hicimos fue cambiar dinero en una oficina de cambio del aeropuerto; el cambio que pillamos nosotros (finales de junio 2016) la verdad que era bastante malo y realmente no vimos mucha diferencia entre las distintas casas de cambio…

Después de eso compramos dos tarjetas PASMO para utilizar en los transportes mientras no tuviésemos activado el JRPass; cuestan 500 yenes a modo de depósito que después te reintegran si devuelves la tarjeta.

Nosotros recargamos 1500 yenes para empezar; además ya vimos las primeras de las miles de máquinas expendedoras que veríamos durante el viaje (y que tanto nos salvaron la vida!!!).

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Para ir desde el aeopuerto de Haneda a Ueno; cogimos el monorrail local hasta HAMAMATSUCHO y allí línea JR verde hasta Ueno; que era donde teníamos nuestro primer hotel.

Nos dirigimos al hotel y dejamos el equipaje ya que era muy temprano y no podíamos hacer el check-in hasta las 15.00 horas; así que sin duda, y siendo la hora que era (las 9 y media de la mañana) no podíamos hacer otra cosa que empezar a explorar la ciudad; y el día nos dio para mucho.
Volvimos a la estación de Ueno y cogimos la linea Yamanote hasta la estación de Harajuku, donde comenzaban nuestro primer objetivo del día: visitar el Santuario Meiji.

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El Santuario Meiji es uno de los más populares de Tokyo e incluso de Japón y está dedicado al Emperador Meiji y su esposa.

Su situación es privilegiada ya que está rodeado por una gran extensión de bosque y junto al enorme parque Yoyogi.

Este santuario es tan popular que hay épocas (como la época de Año Nuevo) que llega a recibir hasta tres millones de visitantes; nosotros creo debimos tener suerte porque no encontramos demasiada gente durante la visita.

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Caminamos entre sus enormes toris de madera y cobre y ya empezamos a notar que el calor era más que agobiante… había momentos en los que te costaba hasta respirar !!! y esto acababa de empezar !!!!.

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Una vez dentro del templo vimos un grupo numeroso de gente agolpado a un lado, y es que estaban viendo una boda sintoista !!

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Bueno, más que la boda era la sesión de fotos con los novios y algunos invitados; pero no solo eso, sino con algunos de los turistas.

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La novia iba impecable y muy amablemente accedía a todas las fotos que la gente quería hacerle… al novio… pobrecico, nadie le decía nada…

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Nos encantó la forma en que iba vestida y la elegancia con la que se movía.

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Fuimos a visitar parte del templo viendo como mucha gente hacía sus ofrendas o “rezaba”. Tenemos que deciros que más que el templo en sí; lo que nos gustó fue el entorno, los enormes toris y los barriles de sake de la entrada.

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Volvimos sobre nuestros pasos disfrutando de nuevo del paseo hacia la entrada y vimos que iba entrando muchísima más gente que cuando llegamos; nosotros nos dirigimos hacia el parque Yoyogi. No llevábamos ni dos horas de turismo japonés y estábamos agotados: el jet lag, el cansancio acumulado, el intenso calor, la humedad… así que no dudamos en probar uno de esos helados japoneses que tanto nos gustaron: los kakigori, unos helados de hielo muy picado con todos los siropes que os podáis imaginar… dimos un paseo por el parque en busca de los rocabilis, pero no vimos ni uno; aun así, disfrutamos tumbados en la hierba de escenas de japoneses ensayando coreografías, practicando yoga, cantando o haciéndose fotos con todas las poses.

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Nos fuimos paseando por la zona de Harajuku viendo el ambientazo y lo llenas que estaban todas las calles.

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Y tras un pequeño paseo por Omotesando, el estómago pedía comida, así que como estábamos al lado fuimos en busca de unos de los restaurantes donde mejores gyozas hemos comido (o quizá las mejores), que vimos recomendado tanto en Lonely Planet como en Tripadvisor: el Gyozaro; en 6-2-4 Jingumae, Shibuya. Cuando llegamos había cola en la calle, te van llamando según se van liberando las mesas o la barra… el problema era que teníamos que estar al sol… más de media hora de cola, pero mereció la pena.

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Nos comimos unas gyozas exquisitas y con ellas un poco de sopa de miso, y un cuenco de arroz (y una cerveza) por 1280 yenes (realmente nos costó lo mismo una cerveza que la comida).

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La verdad que nos encantó el sitio; tanto que volvimos en la segunda parte del viaje…

Cuando terminamos de comer, nos fuimos hacia la conocida Takeshita Dori; en busca de esas rarezas de las que tanto habíamos oído hablar…

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No sé si fue por ser domingo… o que pero la verdad que no vimos ninguna de esas tribus urbanas; si que vimos alguna chica tipo lolita, y eso sí, muchas tiendas raras, algunas con todo tipo de ropa a cada cual más extravagante.

 

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Dimos un par de vueltas por la calle y entramos en alguna tienda (estaban todas bastantes llenas), y nos tomamos un café con hielo en un pequeño café escondido en una bocacalle por 300 yenes los dos.

Volvimos a pasear de nuevo por Takeshita Dori pero no hubo suerte en ver ninguna tribu… también es cierto que estábamos muy cansados y la humedad era tal que solo buscábamos sitios frescos y cosas frías; así que decidimos volver hacia Ueno y como teníamos tiempo aun, fuimos a visitar el precioso Parque Ueno.

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Este parque es otra las zonas importantes del turismo en Tokyo ya que no solo alberga bonitos templos y pagodas sino que también está allí ubicado el Museo Nacional o el Museo de Ciencias entre otros, además del zoológico.

Nosotros nos centramos en pasear tranquilamente descubriendo rincones preciosos, y disfrutando de la tranquilidad del parque.

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De paso aprovechamos para visitar el bonito Santuario Toshugu (que estaba cerrado ya) y estuvimos sentados viendo un poco el ir y venir de la gente y de nuevo observando mucho, todo nos parecía muy curioso (bueno, como nosotros a ellos…).

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Nos encantó el Parque Ueno; no entramos al Museo porque cuando llegamos al Parque, casi iba a cerrar ya así que lo dejamos un poco en «stand by» por si nos diese tiempo otro día.

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El cansancio era ya evidente así que nos fuimos hacia la zona de Ameyoko; un lugar que para nosotros de lo mejor de Ueno; un entramado de callejones más o menos estrechos, y es que al parecer Ameyoko significa «callejón de las tiendas de dulces»; nosotros dulces vimos pocos; pero si vimos multitud de tiendas de comida, de ropa, de cosméticos… todo a modo de mercadillo callejero pero sobre todo restaurantes (para todos los gustos y bolsillos; muchos de ellos tipo «tapas», salvando las distancias claro está) y mucho pero que muchísimos Pachinko (increíble que todos ellos estén llenos de gente !!!).

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Dimos una vuelta por la zona mientras se hacía de noche echando un vistazo a sitios para cenar otro día ya que ese día y como es costumbre; fuimos a cenar al Hard Rock Hotel que hay en la estación de Ueno (ya sé que muchos pensaréis que es un pecado cenar allí, con la variedad que hay en Japón, pero para nosotros es toda una tradición).

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Este primer día, realmente lo teníamos menos cargado en el planning, pero preferimos agotarlo bien y aprovechar ese primer día… Volvimos caminando al hotel (a unos 10 minutos andando desde la estación) y caímos literalmente rendidos en la cama… Agotados, pero contentos…