Este era el último día completo en Londres y había que aprovecharlo, así que hoy nos esperaba un día repleto de cosas y sorpresas.

Esta vez desayunamos de nuevo en Victoria Station pero en un sitio diferente, ya que queríamos disfrutar de un desayuno inglés como dios manda con alubias, huevos, salchichas…

 Nos fuimos al metro y nos bajamos en Notting Hill Gate.

Qué decir de Notting Hill y Portobello, un barrio precioso, era temprano pero ya estaban poniendo algunos puestos. Es una zona con muchísmo encanto, repleta de tiendas de antigüedades; además aún era temprano por lo que pudimos disfrutar del paseo sin apenas gente.

 

Visitamos también la librería de viajes que se hizo conocida a raíz de la película de Hugh Grant y Julia Roberts.

 Tras el paseo y haber entrado en alguna que otra tienda, nos paramos al final de Portobello Road en un bar llamado García’s, un bar español donde dio la casualidad que la camarera era de Zaragoza así que estuvimos charlando un rato con ella mientras tomábamos un cortado y además nos aconsejó la mejor manera de ir a Camden pasando por Abbey Road (famoso por el disco de los Beatles).

 Cogimos el autobús 31 y nos subimos en la parte delantera del piso de arriba disfrutando del paseo hasta llegar por fin a Camden.

 Camden es famoso porque alberga uno de los mercados más famosos de Londres y de todo el mundo, con tiendas y puestos de lo más variopintos… muchas de ellas ubicadas en una antigua zona de establos.

 De verdad que lo que no se encuentre allí, creo que no se podrá encontrar en ningún sitio, la calle principal de Camden tampoco tiene desperdicio con todo tipo de tiendas para todo tipo de tribus urbanas.

Hay infinidad de sitios para comer y a un precio muy asequible (puestos de comida rápida en su mayoría claro). Nosotros nos decidimos por un fish&chips y un perrito caliente y nos sentamos a comer en estas curiosas vespas.

 Tras hacer las compras de rigor y seguir dando vueltas viendo los cientos de puestos. Incluso entramos en una tienda de accesorios para mascotas, donde llegué a ver un collar de perro que costaba más de 700 libras y ropa de firma para cachorros.

 Cuando terminamos por Camden (terminar es una forma de hablar porque te puedes tirar allí días enteros) cogimos el metro de vuelta y nos dirigimos a Oxford Street a ver las tiendas y verlo todo con la decoración navideña.

 Muy bonito todo, eso sí repletísimo de gente, tipo la calle Preciados en Madrid.

 Tras dar una vuelta por la zona y comprar algunas cosas, aprovechamos que los jueves el British Museum cierra a las 20.30 y nos fuimos hacia allí.

 Que os puedo contar del Museo Británico que no sepáis ya?? … Yo a pesar de saber con lo que me íba a encontrar, me quedé totalmente alucinado con lo que tienen allí…

 El Gran Atrio inaugurado en el 2000 es muy bonito y le da un aire diferente al museo combinando lo clásico con lo moderno.

 Es increíble ver que tienen allí metido medio Partenón (frisos, frontones, esculturas…), o toda la colección egipcia (momias, sarcófagos, vasijas, cuencos y un larguísimo etcétera). Increíble como no la Piedra Roseta.

 Nosotros solamente estuvimos dos horas y media, así que solo vimos la parte romana, griega y egipcia y luego vimos algo de arte precolombino y alguna que otra sala de pintura… pero aquello es para ir allí y pasar el día, de verdad que es verdaderamente increíble.

 No voy a entrar en el debate de los expolios, sí que es cierto que está repleto de cosas “robadas” pero al menos es gratuíto… (en los Museos del Vaticano, ejem, te cobran 16 euros).

 Cuando salimos nos tomamos un par de pintas en un pub cercano y después decidimos ir a Hyde Park, porque la camarera del bar de Portobello nos había dicho que la feria que ponen allí en invierno (Winter Wonderland, en Hyde Park Corner) nos dijo que cerraba a eso de las 22.30.

 Una preciosidad, con un ambiente navideño increíble y precioso, ferias tipo antiguas, puestos de comida, música en vivo, pista de patinaje una noria con una iluminación preciosa… Un sitio que al que le gusten los mercadillos navideños no se puede perder.

 

El día estaba terminando… nos fuimos a cenar por el SOHO y a dar un último paseo por Picadilly, y poco más pudimos hacer… al día siguiente salíamos muy temprano al aeropuerto.

 La experiencia londinense había terminado, una experiencia maravillosa en una ciudad que nunca pensé que me fuese a gustar tanto, tan llena de contrastes, llena de vida y bullicio pero con zonas tranquilas a la vez.

Sin duda una ciudad para volver una y otra y otra vez.

 Good Bye London ¡!!!