Nos despertamos bastante temprano a la mañana siguiente para poder aprovechar bien el tiempo, así que desayunamos en el hotel (un desayuno básico pero suficiente, incluído en el precio) y nos pusimos en marcha… Ese día tendríamos un largo pero muy largo camino por delante…
Iríamos de Idaho Falls a Burns (ya en Oregón)… pasando por Craters of The Moon y Twin Falls… teníamos más de 500 millas por delante y unas 9 horas de coche… pero bueno… haciendo paraditas… Una paliza sí, pero era la única manera de que me cuadrara la ruta que queríamos hacer con el tiempo del que disponíamos.
Al poco tiempo de salir de Idaho Falls, de camino a Craters of the Moon va cambiando rápidamente y además encontramos un tramo de carretera en obras en las que cortaban un carril por lo que tuvimos algo de retención (no mucho porque éramos 4 gatos por esos caminos…).
Casi nada más terminar las obras, se encontraba el desvío de la primera parada que hicimos ese día: Atomic City, una ciudad en la que hay un reactor nuclear, y bueno yo había leído que se habían hecho en su día se desarrolló la energía atómica… Se supone que es una ciudad abandonada, o al menos en su censo cuenta con unos 28 habitantes (y eso en 2010…)
Estuvimos conduciendo nada, unos 5 minutos por allí, viendo como todo, absolutamente todo estaba abandonado…
Cuando al girar en una casa… vemos de repente un anciano desdentado, con un cortacésped antiguo, cortando el césped… casi nos morimos del susto… se quedó parado mirándonos y nos saludó (claro no debe pasar mucha gente por allí) así que sin dudarlo salimos de allí pitando ¡!!!! (eso de ver películas de terror tipo “Las colinas tienen ojos” o “La matanza de Texas” no ayuda mucho en estos caso la verdad).
Después de un rato más de carretera llegamos a Craters of the Moon.
Se trata de una reserva volcánica, sorprendente y diferente a todo lo que habíamos visto hasta ahora en el viaje… si bien no es tan vistoso como todo lo demás claro…
Entramos en el centro de visitantes y como curiosidad marcamos en un mapa que tienen, nuestra procedencia…
La ruta por Craters of the Moon es muy sencilla, vas con el coche parando en los diferentes puntos, donde aparcas y haces diferentes trails muy sencillos y adaptados incluso a sillas de ruedas…
Subimos por un monte de lava para tener una panorámica de la zona… Hombre yo nunca había estado en una zona así de volcánica (no, no he estado en Lanzarote…) así que sí que me sorprendió bastante…
Fuimos a la zona de las cuevas, aparcamos el coche y aún andamos un trozo hasta llegar allí… bajé primero a una de ellas, pero no me pareció que fuese un sitio demasiado seguro…
Además hacía un calorazo brutal… así que nos volvimos al coche, y dimos la vuelta (hay que deshacer el camino) para salir de la zona y volver a ponernos en ruta…
Hombre, no es de lo más bonito del viaje, pero sí curioso, y bueno nos quedaba de camino, así que si quizá tuviese que prescindir de algo (aunque me gustó) sería de Craters of the Moon.
Tras otro ratito de coche, llegamos a la ciudad de Twin Falls (Idaho) y allí el Gps nos perdió, y no había manera de que encontrara el sitio donde queríamos ir, así que paramos en el Mcdonald’s donde aprovechamos para tomarnos un refresco, ir al baño y aprovechar el wifi para buscar las coordenadas exactas y meterlas en el GPS.
Ahora sí que nos llevó al siguiente destino: las Shoshone Falls, a 2 o 3 millas del centro de la ciudad.
Después de pagar la entrada (creo que 5$ por cabeza) bajas por una carretera muy estrecha llena de curvas, llegas al mirador…
Las Shoeshone Falls, también son conocidas como las Niágara del Oeste (salvando las distancias evidentemente…).
Se encuentran en el cauce del Snake River (si si… el mismo de Teton, que como veis da para mucho…). Tienen unos 65 metros de altura, por lo que son algo más altas que las cataratas del Niágara.
Estuvimos un ratillo por allí haciendo fotos y estirando un poco las piernas (porque allí no hay más que hacer ya que el mirador, se encuentra en el mismo aparcamiento…); merece la pena acercarse a echar un vistazo.
Volvimos al coche, y ahora sí armados de paciencia que nos quedaba un larguísimo camino hasta Burns en Oregón…
Paramos a comer por el camino y un par de veces más a estirar las piernas, pasando por carreteras desérticas ya en el estado de Oregón, y por pueblos rurales muy bonitos, y pasando de golpe a un cambio paisajístico brutal con verdes praderas, ríos en medio de cañones…
Y llegamos por fin a Burns…
De nuevo el motel, tenía piscina y jacuzzy, así después de registrarnos fuimos a aprovecharla un poco… “pero había allí unos niños que no paraban de chillar y saltar… así que como los niños y nosotros no nos llevamos bien, estuvimos poco rato… (“benditos” niños…).
Burns es un pueblo de paso, sin ningún tipo de encanto, ni nada destacable para visitar… pero sí que es un pueblo extraño… de la América profunda digamos…
Cogimos el coche de nuevo para ir a un supermercado que habíamos visto y comprar algo más para las comidas (y unas salsas que traeríamos para casa…) en el supermercado ya vimos gente extraña… no sé una chica muy joven, descalza con un hombre que podría ser su padre (pero por su actitud no lo era), gente como sucia… no sé, digo esto sin ánimo de descalificar a nadie de verdad, pero era gente muy rara… otra gente chillando… otros que hablaban solos… raro, raro, raro…
Pero lo más raro estaba por llegar, y lástima que me dejé la cámara en el motel… Fuimos a cenar a una pizzería que había justo frente al hotel, cruzando la carretera…
Entramos y aquello era como una pizzería de los 50 (pero sin el encanto de los 50 claro…) y nos atiende un chico rarísimo, que cojeaba… hasta aquí todo bien… pero es que empieza a salir gente (como indios…) de todas partes, y casi todos cojeaban… pero es que entra una pareja ya mayor, cojeando y sucios… viene otra señora a pedir, bastante sucia y cojeaba… De verdad que yo estaba flipando en colores…
Sacan la pizza, y eso sí, estaba de muerte eh, buenísima (no quise saber qué llevaba por si acaso jajaajja), y de repente de detrás de la barra… un bebé pelirrojo en un tacataca ¡!!! Pero donde había salido ¡!! Y empieza a salir de la cocina, el padre pelirrojo, los hermanos pelirrojos… Y al rato llega la madre y pelirrojísima también… y casi todo el mundo cojeando ¡!!! Madre mía que gente más rara ¡!! Jajajajaja
De verdad que fue una situación de película de serie “B”.
Así que nos fuimos rápido de allí y bromeando diciendo que en Burns la gente cojeaba…
Y con la gracia nos fuimos ya agotados (sobre todo yo de tanto coche…) a dormir…