Cuando visitamos Barcelona el durante el puente de Mayo de 2015 una de las visitas que tenía como imprescindible en nuestro planning era la Casa Milá más conocida como La Pedrera.
Antes de comentaros la visita, os recomendamos que para evitaros colas innecesarios , compréis las entradas online a través de la web:
https://tickets.lapedrera.com/site/LaPedrera/?lang=es&_ga=1.58212905.2042694799.1447828783
Como veréis hay varias opciones de entrada; nosotros fuimos invitados por la Fundación La Pedrera. En su web tenéis toda la información de la labor de la Fundación:
https://www.lapedrera.com/es/home
Aunque el precio de las entradas nos parece excesivamente alto, es importante que se conozca la labor social que hace la Fundación ya que con la venta de entradas no solo se mantiene el costoso edificio sino que contribuyen a importantes obras sociales o con becas para diferentes fines (en la web tenéis todo la información de los fines sociales).
La Casa Milá es uno de los edificios más emblemáticos de la Ciudad Condal. Fue construido por el arquitecto Antonio Gaudí entre 1906 y 1912 y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1984. El edificio es la sede de la Fundación (desde el año 2013) que os hemos citado anteriormente y es un centro de referencia cultural.
A la Pedrera (cantera en catalán) se le conoce así popularmente debido a su fachada exterior que nos recuerda en aspecto al de una cantera. Fue encargada por el industrial Pere Milà i Camps y su esposa, Roser Segimon i Artells.
En un principio fue ideada como vivienda pero también como un edificio de pisos de alquiler ya que el ensanche en ese momento estaba en plena expansión urbanística.
Es la cuarta obra del arquitecto en el Paseo de Gracia y se convirtió en su última obra civil y sin lugar a dudas; cuando la visitas (por fuera y por dentro) te das cuenta de que es la obra cumbre de Gaudí en la que plasmó toda su plenitud artística.
La Pedrera consta de 6 plantas que se articulan a través de dos patios interiores y un sótano.
Consta de 3 fachadas: la del Paseo de Gracia, la fachada del chaflán y la fachada de la calle Ribera. Todas ellas de formas onduladas que evocan a la naturaleza, con 150 ventanas realizadas bajo los cánones totalmente modernistas de la época.
Toda la fachada tiene esa tonalidad crema tan característica que además va variando en tonalidades según le incida la luz de una manera u otra.
Ya los patios interiores son una auténtica maravilla.
Nosotros fuimos directamente a la terraza; de la que nada más salir nos quedamos absolutamente prendados. Es mucho más bonita de lo que habíamos pensado.
Es una auténtica maravilla todos los detalles; las formas onduladas de la terraza (así como sus vistas) y sus recovecos.
Sus chimeneas recubiertas de cerámica son preciosas y las torres de ventilación tienen la forma alegórica de un rey y una reina.
Pero si hay algo que nos gustó especialmente fueron sus cabezas de guerrero cubiertas por yelmos. Nos quedamos un buen rato en la terraza haciendo fotos desde todos los lugares posibles.
Vista la terraza visitamos la parte interior decorada por diversos decoradores, escultores y pintores de la época (como por ejemplo Josep María Julol o Xavier Nogués).
El interior está diseñado para que las diversas partes del edificio se vayan conectando entre sí.
Pero antes de visitar uno de los pisos paseamos por el desván donde se distingue perfectamente el diseño de arcos telescópicos (los estudiosos dicen que estos arcos se unen en el techo y que dicen que recuerda al esqueleto de algún animal o bien al casco de un barco al revés; para nosotros esto último tiene más sentido). Así como diversas maquetas y miniaturas.
El piso visitable nos muestra la decoración y estilo modernista con la que se decidió decorar; con salas amplias, cuartos de baño grandes y zonas de paso elegantemente distribuidas.
Gaudí diseñó incluso los picaportes de las puertas realizados en bronce; e incluso diseñó alguno de los muebles del interior.
Terminamos la visita disfrutando de nuevo de uno de los patios y de una de las fabulosas puertas de entrada.
Para nosotros fue una visita que no nos defraudó para nada; y aunque reconocemos que el acceso es tremendamente caro (excesivamente caro a decir verdad) creemos que es una visita que sin duda es un imprescindible en una visita a Barcelona. Solamente por poder acceder a la terraza ya merece la pena la visita; es más, aunque no se visite por dentro, ya de por sí pararse en pleno Paseo de Gracia a observar solamente la fantástica fachada es una auténtica gozada.
Es una visita muy bonita, pero por desgracia hace años que no entro…como dices, se ha puesto muy caro el entrar (y no solo ahí) así que los locales al final lo dejamos algo de banda…quizás algún día regrese de nuevo 😉
Aunque seguramente, si viniera de fuera, pues sería una de las visitas escogidas.
Un abrazo
Es una preciosidad pero quizá si que deberían replantearse el precio de las entradas para residentes en España por ejemplo.
Pues si!!! pero últimamente solo miran precios para Rusos, chinos etc…turismo que luego se va de compras por las tiendas del Paseo 😉
Tienes toda la razón