El madrugón de ese día comenzaba a pasar factura… al poco rato de salir de la Desert View, comencé a sentirme muy cansado, con muchísimo sueño… tanto que se me estaban empezando a cerrar los ojos.

Decidimos parar en un “descampado” digamos, en medio de la nada, con un sol de justicia a estirar un poco las piernas y refrescarme un poco.

Había una especie como de casetas de obra, destartaladas, que resultaron ser como puestos de artesanía de los indios navajo… allí en medio de una carretera perdida en el quinto pinto bajo un sol de justicia… Nos acercamos a echar un vistazo y vimos una especie de cañón pequeñito que según le entendí al indio, lo llaman Little Colorado.

Por cierto que de verdad que las condiciones de vida de esta gente, yo no sé si es porque quieren o no y no voy a entrar a debatir, pero como descubriréis más adelante a nosotros no nos gustaron un pelo.

Decidimos continuar nuestro camino rumbo al más puro oeste de película. Los cambios paisajísticos eran alucinantes, y de nuevo carreteras inmensas, largas, rectas interminables… A nosotros se nos hizo muy ameno porque íbamos aún alucinados hablando del Gran Cañón y pensando en lo que veríamos a continuación; además íbamos con nuestra música y nuestros cheetos gigantes más felices que nada!.

Antes de llegar a Kayenta, hicimos una breve paradita porque vimos otro puesto de artesanía navaja, este sí que en medio de la nada más absoluta. Esta vez era una niña con su padre, de verdad que a mí se me encogió el corazón, porque de verdad que el calor que hacía era de justicia, allí, sin sombra alguna por ningún lado, así que decidí comprarles una pulsera hecha a mano (bueno o eso me dijeron claro, aunque la niña estaba haciendo collares).

Me fui de verdad que con mal cuerpo pensando en la pobre cría…

Llegamos a Kayenta y era ya hora de comer así que paramos por allí. Kayenta es un pueblo mayoritariamente poblado por indios navajos. Teníamos como mucha ilusión por llegar aquí, y la verdad que los indios de la carretera fueron muy amables. Pero al llegar a Kayenta… bueno es difícil de describir… Entramos en un mcdonald’s y os puedo asegurar que todos los indios que estaban allí (es decir todos menos nosotros) nos miraban muy pero que muy mal. Había un cartel que ponía que no tenían hielo, y que el baño no funcionaba así que nos fuimos pitando de allí. Cuando salimos había policía fuera detrás de nuestro coche con varios indios discutiendo. Cuando de repente un indio nos pegó un susto de muerte pegándole al cristal de la ventanilla y gritando no sé qué cosas así que salimos pitando de allí ¡!!

Fuimos a un burguer King que estaba casi pegado a Mcdonald’s y decidimos quedarnos allí, que por lo menos había hielo… pero de verdad vimos gente en mal estado, muy obesa comiendo sin parar, otros con muy mala pinta… No comimos nada a gusto, así que entramos al baño, comimos rápido y nos pusimos de nuevo en camino.

De hecho yo tenía el nombre de un bar muy típico de allí para tomar un buen desayuno al día siguiente pero lo descartamos porque no nos llevamos buena impresión de la zona…

Poco a poco te metes en la carretera que va a Monument Valley y vas viendo imágenes que sabes perfectamente que nunca podrás olvidar.

Según te vas a cercando ya ves alguna de las famosas formaciones rocosas.

Antes de llegar puedes parar en el arcén y comenzar a tirar una y mil fotos. No os imagináis la emoción que sentí al ir llegando allí.

La entrada a Monument Valley queda a la derecha de la US 163, primero pasas el centro de visitantes y un poco más adelante te desvías a la derecha.

La entrada cuesta 5$ (no vale el pase de parques naciones, ya que es reserva navaja no nacional).

Que alucine de verdad… solamente por ver las vistas desde el parking ya merece la pena haber llegado hasta allí. Increíble el contraste de colores de la tierra con el cielo.

Una vez allí, se pueden contratar tours guiados por navajos pero también se puede hacer por libre.

Cuando ves bajar los coches por esas pistas de tierra dices ¿yo también tengo que ir por allí?. Pero bueno con tener un poco de cuidado al conducir por allí (sobre todo id con cuidado por los bajos).

Os parecerá una tontería, pero conducir por medio de Monument Valley, es de las mejores experiencias de todo el viaje… Es tan auténtico que te sientes un aventurero, y piensas que en cualquier momento te puede aparecer un indio o un vaquero o las famosas caravanas de aquella época.

Vas haciendo el camino por libre y parar donde quieres. Cuando estás allí, entiendes que tantas y tantas películas del oeste eligieran Monument como una de sus localizaciones preferidas.

Cuando estábamos a mitad de camino se empezó a formar una tormenta que tenía mala pinta y se empezó a levantar muchísimo aire, pero aún así continuamos camino hasta la zona donde das la vuelta.

Los colores que se formaban con la tormenta eran muchos más bonitos si cabe.

Cuando terminas el recorrido, vuelves al parking y hay una zona con restaurante, tienda y el hotel The View (con vistas increíbles a todo Monument). Empezaba a caer el sol poco a poco y decidimos salir a la terraza con vistas que hay en la tienda a escribir unas postales y ver cómo iban cambiando los colores. Una experiencia inolvidable. Os aseguro que por muchas fotos que veáis y que os parezca (como he llegado leer a algunas persona diciendo que solo son un montón de piedras con arena…) es toda una sorpresa.

Teníamos el hotel en Mexican Hat, el siguiente pueblo más cercano a Monument Valley.

Nuestro hotel estaba justo a la entrada del pueblo a la izquierda, una especie de motel de carretera más que correcto con un buen restaurante.

Mexican Hat en sí, no tiene nada de interesante, es un pueblo con 3 hoteles y poco más, lo realmente interesante son los goosenecks del Río San Juan. Así que para allí que fuimos (a la salida de Mexican Hat cogiendo un desvío a la izquierda, por una carretera algo sinuosa…

Fue un anochecer precioso, eso sí, cuidado al asomarse porque no hay ningún tipo de valla protectora ni nada por el estilo.

Otra cosa para ver, es la roca con forma de sombrero mexicano que da nombre al pueblo (curiosa, sin más…).

Cenamos en el restaurante que hay junto al hotel y la verdad que una cena correctísima, muy abundante, con bebidas y postre por 28$ en total.

Y a dormir…creo que fue el día que más rendido caí en la cama… eso sí, totalmente emocionado.

Al día siguiente como era costumbre madrugamos y además teniendo en cuenta que en Page (destino de nuestra siguiente etapa, era una hora más que en Mexican Hat). Cargamos de nuevo el coche, y cogimos de nuevo la US 163 camino a Kayenta de nuevo.

De camino a Monument Valley desde Mexican Hat es donde podréis tomar las fotos con las vistas tan famosas de Monument Valley (sí, aquellas donde Forrest Gump se cansa de correr…); para mí de las mejores.

Podéis “arriesgaros” como yo y plantaros en medio de la carretera para hacer fotos tan bonitas como estas…

Y ya con estas maravillosas imágenes en la mente pusimos rumbo a nuestra siguiente etapa: Page.