Nuestro periplo de vuelos hacia Sudáfrica comenzó en Estambul a la 1 de la madrugada saliendo hacia Ciudad del Cabo previa parada técnica en Johannesburgo. Muchas horas de vuelo pero la verdad que estábamos tan cansados que yo ni siquiera recuerdo el despegue; caí rendido ¡! Y conseguí dormir casi 8 horas seguidas…

El vuelo llegó muy puntual a Ciudad del Cabo; a las 13.30 del día 3 de julio. La ciudad madre nos daba así la bienvenida.

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Pasamos rápidamente los trámites de inmigración y nos dirigimos a recoger nuestro coche de alquiler.
Como os contamos en el post introductorio, el coche lo reservamos con Rentalcars.com y la compañía que nos asignaron fue First. Hoy por hoy no volvería a elegir esa compañía ya que al entregar el segundo coche de alquiler tuvimos un problema y aún estamos en trámites de que nos den una respuesta.


El coche asignado por la categoría que pagamos fue un Ford Figo; un modelo correcto en tamaño para los dos pero con un potencia muy escasa ya que en las cuestas era terrible, le costaba un montón subir ¡!.
Tardamos un rato en que nos diesen el coche correcto, porque el primero no tenía bien la rueda de repuesto así que tras los trámites pertinentes, salimos del aeropuerto. Muy despacio, y tras dar varias vueltas por el parking ya que era la primera vez que conducía por el otro lado… Una sensación muy rara la verdad, pero a la que te acostumbras rápidamente; a pesar de que al día siguiente me metí en el carril contrario y no me di cuenta hasta una camioneta que me venía encima me dio un par de bocinazos (tonto de mi yo pensando, qué narices haría esa camioneta en mi carril).

Ciudad del Cabo es la capital legislativa de Sudáfrica y en ella se encuentra el Parlamento Nacional. Está situada en una posición privilegiada en la Bahía de la Mesa y se estableció como abastecimiento para la Compañía Holandesa de las Indias Orientales.
Es conocida como la Ciudad Madre ya que fue la primera ciudad propiamente dicha que surgió en país; y su compleja historia y toda su diversidad es devida a los antiguos exclavos de Indonesia, Malasia, Madagascar y Mozambique. Todos ellos unidos a las colonias de franceses, ingleses y holandeses (junto con el triste episodio de segregación racial durante el apartheid).
En lo que a calidad de vida se refiere se sitúa como la primera ciudad de Sudáfrica pero también cuenta con grandes problemas a los que la sociedad ha tenido que ir haciendo frente como las altas tasas de sida desde 1994 y la alta criminalidad referente a las drogas. Aunque este índice de criminalidad ha bajado en un 90% desde 2004.

Llegamos a nuestro hotel, el Cape Town Lodge, un hotel que cuenta con una ubicación excelente, muy cerca de la animada Long Street y al lado del barrio malayo.
Sin duda, si volviésemos a Ciudad del Cabo volveríamos al hotel sobre todo por la estupenda ubicación.
Dejamos el coche en el parking del hotel (de pago, por 60 rands al día) y tras hacer el check in decidimos salir a explorar la ciudad antes de que anocheciese.
Nuestro primer punto fue ir a una conocida pastelería; famosa gracias a un programa de televisión que nosotros vemos asiduamente, pero cuando llegamos habían cerrado hacía 5 minutos. Muchos la conoceréis, se trata de Charly’s Bakery !

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Nuestro gozo en un pozo ya que además solo podríamos verla al día siguiente ya que cerraban por vacaciones…
Hicimos unas fotos de la famosa e imponente Table Mountain; símbolo de la ciudad (junto con Mr. Mandela… nombre que oiríamos muchas veces en este viaje como no podía ser de otra manera)

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Y nos fuimos caminando hasta la zona del Green Market donde nos sentamos en un bonito bar a tomar algo y comer un delicioso brownie.

Volvimos al hotel ya de noche (poco más de las 7 de la tarde); en principio no notamos demasiada sensación de inseguridad; sí que veíamos bastantes vagabundos pero nada que no se vea en otra ciudad… Con esto no quiero decir que sea completamente seguro, porque no lo es; y prueba de ello son las verjas y alarmas que hay en muchas de las casas de la ciudad; pero creo que teniendo un poco de sentido común no hay que tener ningún problema.

Salimos a cenar a un sitio al lado del hotel en Whale Street; un restaurante que queremos recomendar desde aquí por su excelente relación calidad precio. Se llama “Bocca”; pedimos un par de raciones para compartir, tomamos 2 cervezas grandes y nos llevamos una pizza a la habitación del hotel por 254 rands; un bar con un ambiente muy juvenil y con un diseño muy bonito. Y un servicio más que sobresaliente.

No tardamos demasiado en dormirnos, el cansancio era mucho y los siguientes días serían demasiado intensos así que a dormir que al día siguiente nos esperaba mucho por descubrir.