Para cuadrar nuestra ruta por Sudáfrica y poder visitar Santa Lucía sin tener que quitar tiempo a Kruger, tuvimos que hacer muchas cábalas y finalmente en lugar de volar directos a Durban, aunque parezca raro por horario volamos haciendo escala en Johannesburgo.
Salimos a eso de las 4.30 de la madrugada hacia el aeropuerto y dejamos el coche de alquiler echando las llaves en un buzón.
Al entregar el equipaje en el mostrador; nos dijeron que no nos preocupásemos que nos enviaban en equipaje directamente a Durban ya que hacíamos Port Elizabeth-Johannesburg-Durban.
El problema venía en que teníamos una hora escasa de escala; y para colmo de males el primer vuelo llegó con retraso. Conclusión; tuvimos que correr como nunca por las terminales del enorme aeropuerto de Johannesburgo, llegamos justo cuando estaban cerrando las puertas de embarque y lo que es peor… al llegar a Durban resulta que nuestra maleta, no había llegado… Nos aseguraron que nos las enviarían esa misma tarde a Santa Lucía (a varias horas de camino…) algo que me resultaba como poco, bastante improbable.
De nuevo tardamos un montón en recoger el coche de alquiler, fueron muy muy lentos, porque primero no encontraban el contrato, luego que si las tarjetas, que si los nombres…
Finalmente y casi una hora después de lo previsto, salimos hacia Santa Lucía por autopista y sin hacer ninguna parada para visitar nada.
Santa Lucía es un estuario; un reserva natural única en el mundo con un ecosistema variado y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Su variada fauna va desde los hipopótamos y cocodrilos a los antílopes e incluso se han llegado a ver leopardos por la zona; además de una gran variedad de aves y grandes batracios y unos paisajes de dunas, largas playas, pantanos y cañaverales.
Al llegar a Santa Lucía nos costó encontrar nuestro alojamiento: el Ndiza Lodge and Cabanas; reservado en hoteles.com por poco más de 59 euros.
Hablamos largo y tendido con Ethel la dueña del hotel, que nos dio una habitación que era un piso entero para una familia. Nos gestionó el crucero por el estuario y además se preocupó de llamar varias veces al aeropuerto a ver qué pasaba con nuestras maletas. Guardamos un buenísimo recuerdo del hotel, pero mucho más de su dueña.
Mientras hacíamos tiempo para salir por el estuario, nos tomamos una cerveza en la parte trasera del hotel con vistas a todo el estuario y las playas, y viendo como algunos monos nos vigilaban “por si caía algo”.
El tour por el estuario lo hicimos con la empresa Shaka Bakers Tours, lo reservamos allí mismo en el hotel por recomendación de la dueña; ya que nos dijo que estaríamos más cómodos con ellos ya que además de recogernos en la puerta del hotel, las embarcaciones no van tan masificadas. Pagamos 250 rands cada uno (unos 17’50€ por persona).
Nos recogieron en la puerta del hotel; y directamente nos llevaron a coger la embarcación junto con una familia de 5 alemanes.
Debéis aseguraros bien de la hora a la que llegáis a Santa Lucía ya que en invierno, el último tour es de 15.00 a 17.00, para nosotros la hora perfecta, ya que podríamos ver atardecer sobre el estuario.
Lo primero que vimos fue un cocodrilo y nos explicaron que estos eran algo más pequeños aquí porque se alimentaban básicamente de peces… que los que hay en Kruger, al alimentarse también de carne, son mucho más grandes.
Poco a poco fueron apareciendo los primeros hipopótamos; y pudimos comprobar lo enormes que son.
Parece mentira que con lo pacíficos que parecen, sea uno de los animales más peligros y que más muertes causa a personas en África; si os cruzáis con uno en alguna carretera… muchísimo cuidado; de hecho en Santa Lucía al parecer no es raro encontrarse con alguno caminando por el pueblo.
Estos animales pueden vivir hasta 50 años y su crecimiento va desde que nacen hasta los 25 años aproximadamente y pueden llegar a pesar hasta 3 toneladas siendo así el tercer animal terrestre más grande tras el elefante y el rinoceronte. A pesar de lo pachorrones que parecen, pueden alcanzar una velocidad de 50 km/h.
Estuvimos viendo cómo se bañaban, como dormían, como comían o como se revolcaban por el fango.
Incluso vimos alguna escena de enfado porque uno despertó a otro y magníficas aves.
Pero lo más mágico de todo fue cuando la luz fue cayendo y comenzó a atardecer; ese momento fue inigualable, ver a esos animales tan grandes con esa luz tan especial; ese silencio en el que solo se escuchaba a los hipopótamos y a las aves es algo que solamente el que lo ha vivido puede entender…
Poco a poco iba atardeciendo y vivimos uno de esos atardeceres africanos, sin saber que aún nos quedaban por vivir muchos momentos igual de mágicos
La experiencia había sido fabulosa, os aseguro que cuando estás allí y los tienes tan cerca… es algo brutal.
Cuando terminamos el avistamiento, nos dejaron en el hotel y volvimos a hablar con Ethel, que nos aseguró que nos llegaría la maleta (yo seguía sin creerme nada, ¿cómo iba a llegar a esas horas…), así que como era muy temprano para cenar fuimos a dar una vuelta por el pueblo donde entramos en el supermercado a comprar provisiones y aprovechamos para tomarnos algo.
Cuando volvimos antes de cenar, sorprendentemente, nos habían traído la maleta ¡!!
No lo podíamos creer, cuando nos perdieron la maleta en Los Angeles, tardaron dos días en hacérnosla llegar a Las Vegas, y aquí tan solo unas horas ¡!!
Fuimos a cenar muy contentos y escogimos de nuevo el Ocean Basket, donde cenamos una buena fritada de pescado y algún entrante más celebrando que empezar las etapas del viaje relacionadas con la fauna de esta manera no podría haber sido mejor elección.
Las imágenes de esa tarde iban a ser difíciles de superar… ¿O no tanto…?…
Impresionantes fotos!!
Y esos hipos…tan monos y tan peligrosos los jodios!!
Otro gran día por SA,sin duda ^_^
Gracias por comentar siempre Vero! La verdad es que no parecen muy peligrosos, así como tan tranquilones… Pero ya ves…
Ve enseñándole fotos a Jordi, ha sabes….