Como ya era costumbre, sonó el despertador muy temprano. Pero cuando estás de vacaciones (en nuestro caso al menos) no nos importa madrugar. Es cierto que tampoco solemos trasnochar porque después de cenar solemos estar ya bastante cansados.

Ese día, nos íbamos de excursión fuera de Roma. Habíamos decidido ir a Tívoli (tras dudar mucho de si intentar ir a Pompeya, que lo descartamos por razones lógicas de tiempo). No hay demasiada información respecto a Tivoli, en las guías apenas le dedcan unas líneas y es un sitio verdaderamente interesante.

Tiene dos puntos de interés claros: Villa Adriana y Villa d’Este.

En principio, para ir a Tivoli debes coger el metro Línea B hasta la parada Pirámide, y allí sales a la estación de autobuses (está todo bien indicado). Una vez allí, debes coger un bus de la empresa Cotral. Son varios los que van a Tivoli, nosotros cogimos el nº 2.

La parada donde hay que bajarse se llama Villa Adriana. Pero no os engañéis una vez que se baja allí, hay un buen paseo hasta llegar a Villa Adriana. Además no está en Tívoli propiamente dicho.

La entrada se paga aparte de la Roma Pass (ya no existe la Roma&Piu Pass que entraban cosas de la provincia). Si no recuerdo mal son 10 euros de entrada.

Villa Adriana fue el lugar de retiro del Emperador Adriano al cual no le gustaba su palacio en el Palatino por lo que mandó construir este espectacular sitio a las afueras de Roma y desde donde gobernó sus últimos años.

Aquello en su época de esplendor debió ser grandioso, tenía termas grandes y pequeñas, habitaciones de servicio, la gran biblioteca…

El teatro marítimo fue de las cosas que me más me gustaron. El Cánopo es muy muy bonito de ver. Es recomendable llevar algún tipo de guía o haber leído antes algo de información porque aunque hay carteles de lo que se va viendo, tampoco son demasiado ilustrativos.

                                                                                                                            (CANOPO)

  (CANOPO)

                   (Teatro Marítimo)

     (Teatro Marítimo)

Al final del recorrido y tras “ver” las salas, palacio, bibliotecas, piscinas, termas, teatro (vamos que no le faltaba detalle a la casita de vacaciones) llegas a las ruinas de lo que era un templo de Venus.

Lo mejor de todo, es que seríamos 8 personas en toda la villa. Un lugar precioso y muy tranquilo.

Al terminar la visita nos fuimos a refrescar tomando algo en el bar de la entrada y tras hacernos un lío con la chica de la taquilla que no se aclaraba respecto a la parada de autobús, decidimos volver andando a la parada donde nos habíamos bajado. (Bajo un sol de justicia… cuidado con esto si vais en pleno verano como nosotros).

Tuvimos suerte porque al poco rato pasó un autobús que en 15 minutos nos llevó a Tivoli. El autobús te deja al lado de Villa d’Este (no tiene pérdida, está todo muy bien indicado).

Antes de dirigirnos allí, paramos a comer en una pequeña pizzería frente a la oficina de turismo, todo riquísimo y a un precio estupendo.

Precioso también el Castillo de Tivoli.

La entrada a Villa d’Este de nuevo son 10 euros. Pero en este caso, no tiene nada que ver esta visita con la anterior.

Villa d’Este es una villa de descanso que fue encargada por Hipolito II de Este (hijo de Alfonso I de Este y Lucrecia Borgia y nieto del papa Alejandro VI) que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad y que es una verdadera joya de la arquitectura italiana así como del extraordinario diseño de sus jardines.

La villa está rodeada de patios, incluso tiene un anterior claustro benedictino. Sus jardines son espectaculares y sus fuentes grandiosas.

Sentarte a descansar escuchando solo el agua de las fuentes, de verdad que no tiene precio.

Nos sorprendió muchísimo esta visita, por lo diferente, pero sobre todo porque se estaba muy tranquilo y relajado.

Desde arriba se tienen unas vistas de Tivoli preciosas.

Regresamos ya a la parada para volver a Roma, los buses no recuerdo la frecuencia, era domingo y aun así creo que era cada hora más o menos… (puede que incluso menos). De hecho solo pagamos un billete porque el conductor nos dijo que nos servía el ticket anterior.

Regresamos al hotel a darnos una buena ducha, muy satisfechos por el descubrimiento de Tivoli.

Nos fuimos a Via Cavour donde estumos tomando un par de Peroni enormes esperando a la hora de la cena. Cenamos en una bocacalle de la via Cavour, en una terraza muy bonita en la Via Frangipana (hay varios restaurantes allí). Pagamos 30 euros por una buena cena en una terracita.

Y de nuevo hoy tocaba paseo nocturno; y nos fuimos hacia la zona del Coliseo… que espectacular es de noche. Es precioso verlo iluminado y ver a tantísima gente admirándolo.

Fuimos bajando por la Via dei fori imperiali a hacer unas bonitas fotos desde allí.

Seguimos caminando llegando a los Mercados de Trajano y luego a Piazza Venezia con el inmenso Monumento a Vittorio Emmanuele, Il Vittoriano o como lo llaman los romanos, la tarta nupcial, el monstruo, la máquina de escribir…

Nos sentamos a descansar en el césped, frente a este grandioso monumento. Es cierto que rompe un poco con la estética de la zona, quizá demasiado blanco, demasiado grande, demasiado nuevo… pero eso sí, no pasa desapercibido.

Y ya de nuevo agotados (no tanto como otros días) pero muy muy contentos nos fuimos a dormir, pensando en mañana… Roma Imperial…