Una de las cosas que se pueden hacer perfectamente y con mucha facilidad desde Tokio es una excursión de unas horas o un día entero a Nikko, a unos 140 kilómetros.
Ubicada en las montañas de la prefectura de Tochigi, Nikko es Patrimonio de la Humanidad desde 1999, aunque antes ya había sido Parque Nacional y además de eso, uno de los centros más importantes de Budismo en todo Japón.
El recinto de templos de Nikko está situado a una media hora a pie o a pocos minutos en autobús.
Una vez bajamos del tren, cogimos el autobús 1a hasta la parada de Shynkyo Bridge (se pueden coger las líneas 1,2,3 y 7 que es circular).
El puente sagrado Shynkyo actual es una reconstrucción de 1907 ya que el original del siglo (que ya existía en el siglo XVII) fue destruido por una inundación.
Por cierto el puente se observa de forma gratuita desde otro puente, pero si se quiere pasar por este puente sagrado hay que pagar una entrada de nada menos que 300 yenes.
Continuamos a pie a la primera de las visitas: Nikkosan Rinno-ji. por el que pagamos una entrada combinada con Nikko Futarasan Shrine de 900 yenes por persona.
Gran parte de este recinto está en obras actualmente, pero es interesante ver el interior con algunas reconstrucciones. La verdad que no sabíamos muy bien lo que nos íbamos a encontrar y el interior está todo apuntalado también y con accesos de pasarelas de madera.
Cuando salimos recorrimos la zona andando por un camino precioso rodeado de bosque; de hecho lo más bonito de Nikko a nuestro parecer es el entorno. Esos templos en medio de la montaña y el bosque son una verdadera maravilla.
Llegamos a uno de los templos más importantes de Nikko, el templo Toshugu por el que pagamos 1300 yenes de entrada por persona.
Este templo, o este recinto de templos nos dejó literalmente sin palabras. Fue construido en el periodo Edo (en sus inicios alrededor de 1634)
Todo el recinto es una belleza; pero sobre todo como os decíamos antes, por su entorno. Esa combinación del musgo tan verde con la piedra hacen que todo lo que ves te deje con la boca abierta.
En este templo es donde se encuentra la famosa escultura de los 3 monos sabios (o 3 monos místicos ) llamados Mizaru, Kikazaru e Iwazaru que literalmente significa «no ver, no oir, no decir» y que tradicionalmente lo traducen como «no ver el mal, no escuchar el mal y no decir el mal». Esta escultura está considerada como tesoro nacional.
Por cierto, que había un caballo precioso en el establo interior.
La zona interior de los templos tiene unos relieves fabulosos de temática muy variada. A nosotros nos gustaron las representaciones de algunos animales. Por cierto de nuevo como en muchos sitios de Japón… muchas escaleras !!!
Para la construcción del Templo Toshogu acudieron más de 15000 artesanos.
Otra de las atracciones de este templo es el gato labrado (no os pongo foto porque me salió totalmente desenfocada) aunque nosotros seguimos sin entender el porqué genera tanto interés, porque a nosotros no nos pareció nada reseñable. Se supone que hay que pagar otra entrada aparte para ver esta escultura, nosotros no vimos nada donde pagar… O bien es que ya venía incluido el precio en la entrada; lo desconocemos.
Cuando visitamos todo el recinto (estuvimos mucho tiempo dentro) decidimos volver hacia la estación caminando. Nos quedaban cosas muy interesantes que ver en Nikko como el abismo de Kanmangafuchi con el sendero tan bonito custodiado por las estatuas de Jizo o la zona de las cascadas pero ya era hora de comer y queríamos pasar la tarde en Tokio.
De camino a la estación nos paramos en una tienda de artesanía donde nos compramos dos Kokeshi de madera hechas a mano y además por recomendación de nuestra amiga Verónica (del blog Viajar Code: Verónica) nos paramos en una tienda en la que te pintaban un dragón a mano, eligiendo tu el tamaño y el modelo. Nosotros elegimos el tamaño 35×70 cm. por 3500 yenes.
La tienda está si vienes desde la zona de templos en dirección a la estación, a tu izquierda; es un local pequeñito lleno de dibujos y grabados; digamos que está a mitad de camino entre un sitio y otro.
Tu eliges el tipo de dragón y los colores además de la frase a poner. Pagamos 3500 yenes y mientras comíamos en un local cercano nos lo hicieron.
Bajamos ya a la estación de tren para volver a Tokio, donde cogimos el tren de las 15.20 para llegar a visitar Akihabara por la tarde.