Hoy os contamos dos de las visitas que realizamos durante nuestros paseos por la ciudad bávara: La Residenz y la Torre de San Miguel.

Visitar la Residenz significa visitar el palacio urbano más grande de Alemania. Nosotros optamos por pagar los 7€ por persona que dan acceso solamente a la Residencia, pero hay otras entradas combinadas que te dan acceso también al Teatro Cuvilliés y al tesoro.

Construida en 1385, la Residenz fue utilizada como residencia de los reyes bávaros desde su construcción hasta 1918. Ha pasado por muchas transformaciones pero aun hoy se conservan estancias y objetos de los 4 siglos diferentes.

Nuestra visita estaba centrada a visitar lo que se considera una de las joyas de la corona de esta residencia: el Antiquarium; una impresionante sala de antigüedades de forma abovedada y en estilo renacentista que fue construida entre 1568-1571 para mostrar la impresionante colección de frescos de Alberto V.

 

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Y la verdad que no decepciona una vez que la ves; un gran espacio que fue utilizado en su día no sólo como sala de antigüedades sino como un gran comedor o como salón de baile.

 

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Durante la visita pasas por cientos de estancias que están conservadas a la perfección (hay que recordar que la Residenz fue reconstruida casi al completo tras la II Guerra Mundial) y que muestran desde estancias privadas a grandes salones.

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Otra de las visitas que no os podéis perder es la Torre de San Pedro, ubicada justo detrás de la MarienPlatz; en la que por 2€/persona, tendréis acceso (eso sí, subiendo una cantidad generosa de escaleras…) a unas bonitas vistas de la ciudad y a una perspectiva diferente de toda la MarienPlatz.

 

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Fue bonito además ir viendo cómo se iba el sol y se iba iluminando la ciudad.

 

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Si como nosotros, bajáis agotados… qué mejor que reponer líquidos con una cerveza; nosotros nos dimos el capricho de tomarnos una mirando a la MarienPlatz.

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Sin duda Múnich, nos sorprendió muy gratamente. Nos ha parecido una ciudad cómoda, una buena base para moverse por la región; pero sobre todo nos ha encantado el ambiente de la ciudad y la amabilidad de la gente. Una ciudad sin duda para volver las veces que sea necesario a tomarse unas buenas cervezas y visitar la zona, que merece muchísimo la pena.