Comenzamos una nueva etapa en nuestro viaje a Islandia en 10 días. Hoy tocaba recorrer los fiordos del Este desde Egilsstadir hasta Höfn.

Comenzamos la mañana muy temprano echando gasolina ya que aunque en kilómetros no fuese un trayecto muy grande (unos 260 kilómetros), el camino no era sencillo ya que recorrer los fiordos requiere tiempo y no sabíamos muy bien en qué estado nos encontraríamos las carreteras.

La primera parada del día fue el precioso pueblo de Seydisjödur, un pueblo encantador en un entorno de fiordos espectaculares.

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Cuando llegamos, estábamos solos… tan solo había dos personas en una cafetería, así que aprovechamos y estuvimos paseando por el pueblecito los dos solos.

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Ni que decir tiene que nos encantó, es como de cuento. Tenía muchas ganas de ver este pueblo y no me decepcionó. Además, como veis es super fotogénico.

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Cuando terminamos con las fotos nos fuimos a comprar algo caliente en el único sitio que había abierto y llegó una furgoneta de chinos, con lo que eso conlleva: gritos, empujones y mucha mala educación… Afortunadamente en cuando consiguen la foto se van… Menos mal que llegamos antes que ellos.

Volvimos al coche muy contentos y comenzamos a deshacer el camino parando antes en una catarata que habíamos visto a la ida: Gufufoss.

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Una catarata preciosa y que de nuevo pudimos disfrutarla para nosotros solos.

La siguiente parada era Mjoifjördur, conocido porque hay una especie de lancha de la II Guerra Mundial enclavada en el fondo del fiordo. 

El camino hasta que llegas allí es completamente alucinante. De verdad que no teníamos palabras, no parábamos de decir lo bonito que era aquello, con esas cascadas, esos colores…

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Disfrutamos muchísimo del camino, de verdad que no esperaba que fuese tan bonito.

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Además cuando llegamos, se acercó una foquita preciosa que estuvo posando para nosotros un buen rato.

De nuevo tuvimos que deshacer todo el camino para volver, disfrutando de nuevo de la belleza del entorno.

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Hicimos un alto en el camino para estirar las piernas en Stodvarfjördur para tomarnos un par de cafés y entrar al baño y aprovechamos para hablar con un español que trabajaba de forestal allí y nos contó un poco las condiciones de vida en los duros inviernos de Islandia.

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Hicimos una breve parada en Djupivogur y Breidalsvik donde nos pasó lo mismo que en el primer pueblo de la mañana. Pudimos ver la iglesia y las vistas desde arriba casi sin gente hasta que llegó una furgoneta con chinos (¡¡es que mira que dan mal !!) y salieron a tropel.

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Nos comimos el sandwich que habíamos preparado antes de salir por la mañana y comimos tranquilamente antes de volver a ponernos en camino ya hacia la zona de Höfn.

Las horas iban pasando pero no queríamos irnos de la zona sin llegar a lo que para mí desde ese día se ha convertido en uno de mis lugares preferidos.

Había visto este lugar en un reportaje en televisión y me pareció increíble y desde el día que lo vi (me apunté además el nombre para no olvidarlo) pensé en que quería visitarlo algún día. Y ese día, por fin había llegado. Bienvenidos a Stokness.

Stokness es una península situada cerca de la ciudad de Höfn y está vigilada por las impresionantes montañas Vestrahorn.

Para acceder a la zona hay que pagar 800 coronas por persona en el local que hay habilitado para ello. La zona al parecer es privada (excepto la zona del faro) y el pago se hace al propietario del Viking Café. Me pareció un poco caro, pero os aseguro que merece la pena sin lugar a dudas.

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Cuando accedimos a la zona de la playa os aseguro que no podía cerrar las boca. No me podía creer que ese lugar fuese tan bonito.

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Me pareció un sitio enigmático y magnético de esos lugares que te parecen especiales y no sabes por qué.

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Esta zona fue uno de los lugares en los que se asentaron los primeros humanos en Islandia y hay una recreación de un poblado vikingo a la que se puede acceder sin problema.

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Cuando estuvimos nosotros allí, estaba cerrado el acceso con una especie de cadena pero que estaba en el suelo… No había nadie allí ni para vigilar ni para pedirte ningún tipo de ticket.

A pesar de ser una recreación la verdad es que el poblado nos gustó mucho. Ya os digo que no había nadie allí, y eso lo hacía aun mas enigmático con las montañas Vestrahorn vigilándote siempre (por cierto que he leído que las llaman las montañas Batman).

Volvimos sobre nuestros pasos y echamos un último vistazo a la playa antes de ponernos ya camino a nuestro alojamiento en Höfn.

Después de instalarnos y ver un capítulo de una serie y entrar un poco en calor, decidimos ir a cenar a un sitio recomendado para probar la hamburguesa de reno. 

El local es Kaffi Hornid (en Höfn) y cenamos una hamburguesa de reno con patatas, una pizza de cerdo cocinado a baja temperatura, una pinta de cerveza, agua y un café solo por 6790 coronas (unos 50 euros). Tanto la comida como el trato, totalmente recomendables.

Nos fuimos a dormir con la esperanza de volver a ver auroras, pero no hubo suerte… el cielo estaba bastante cubierto, así que nos fuimos a dormir, cansados pero muy contentos tras esta jornada tan increíble en la isla.