Era nuestro último día completo en Disneyland y queríamos aprovecharlo al máximo; así que el día anterior decidí reservar el desayuno en el parque; así que después de una buena ducha para terminar de despertarnos nos dirigimos hacia el restaurante Plaza Gardens (al final de Main Street); un buffet muy variado (en realidad bastante parecido al del hotel) pero con un ambiente muy agradable y una decoración muy exquisita.

Fuimos paseando de nuevo hacia el castillo, visitándolo de nuevo un poco por dentro, y a la salida esta vez me tocó a mí probar suerte y ver si tenía el corazón puro para ser el Rey de Camelot… pero nada, se ve que no es uno muy puro…

Nos fuimos hacia Discoveryland ya que queríamos aprovechar que hubiese poca gente para subir de nuevo (si si, otra vez) a la atracción de Buzz Lightyear, claro esta vez el peque tenía su propia pistola matamarcianos ¡!. Después de pasar otro rato divertidísimo (hay que ver la alegría con la que salen los peques de esta atracción), nos fuimos a las naves voladoras, en las que a pesar de ser poco antes de las diez de la mañana, había una cola tremenda.

Como ya no había mucho más que nos interesara en Discovery nos fuimos de nuevo hacia Fantasyland, pasando de nuevo a jugar en el laberinto de Alicia y a montarnos de nuevo en las tazas locas.

 Y nos fuimos paseando hacia Main Street porque tocaba hacerse fotos con otro de sus personajes preferidos; el gran Winnie the Pooh ¡! Y claro el peque se hacía fotos, pero el no tan peque también ¡!

 

Cuando consiguió su autógrafo nos dijo que quería ser aventurero otra vez, así que ale nos fuimos a Adventureland y Frontierland. Nos metimos a jugar al escondite en la cueva de la calavera. Menudo rato divertido pasamos ¡!! Y bajamos caminando un poco por Frontierland disfrutando de los auténticos paisajes del salvaje oeste.

Mi madre quiso que diésemos la vuelta a Fantasyland porque quería comer en el restaurante de Pinocho; así vamos, media vuelta de nuevo.

Después de una riquísima comida nos fuimos de nuevo hacia Frontierland porque ahora nuestra señora madre quería darse un paseo en barco (pobrecica… había que consentirla no?). El paseo en barco es una maravilla, subirse a bordo de un verdadero barco de vapor y pasear por esos paisajes parecidos a los del Río Colorado… una pasada.

 AL bajar del barco; nos dirigimos hacia la zona de Woody, porque sabíamos que habría algún personaje por allí… pero ¿tantos? Wauuu, el niño no sabía ni dónde mirar ¡!! Madre mía, de verdad que no sabéis que cara tenía ¡! A mi madre y a mí nos costaba retener las lágrimas de la emoción de verlo así ¡! Allí estaban Mickey, Minnie, Woody, su novia, el tío Gilito, Goofy… y fotos y más fotos…

Se hizo incluso fotos con los protagonistas de Buffalo Bill que los encontramos de camino de nuevo a Adventureland; donde aprovechar para subir al fuerte vaquero.

 

Nos fuimos a disfrutar por última vez de la gran cabalgata, que no te cansas de ver… son momentos mágicos, es todo tan tan bonito que no solo los pequeños se emocionan.

De camino a la cabalgata había sacado otro fastpass para la atracción de Peter Pan (mi hermano decía que como yo hablaba con Mickey por teléfono, éramos amigos y nos saltábamos las colas).

Después de la atracción que nos había gustado tanto o más que la primera vez, nos tomamos un helado tranquilamente, disfrutando de ver a la gente pasar y algún que otro personaje rezagado.

Nos subimos en la atracción de blancanieves, de nuevo a la de Pinocho y fuimos también a un trenecillo que hay por Fantasyland y al salir ya se íba haciendo tarde así que nos dirigimos paseando tranquilamente por Main Street y “atracando” de nuevo alguna que otra tienda…

Llegamos al hotel cansadísimos, así que después de ducharnos fuimos a cenar tranquilamente y a tomar relajados en el bar del hotel mientras el peque jugaba con algunos niños que se encontró.

No queríamos irnos a dormir… eso significaba que esto se terminaba… pero el cansancio pudo con nosotros… mañana aún podríamos disfrutar de unas horas de magia…