Comenzaba nuestro segundo día con un calor de muerte, y eso que era tempranísimo. Desayunamos tan ricamente y nos dirigimos a coger el metro. Dirección: La Ciudad del Vaticano.


Bajamos del metro y nos dirigimos veloces hacia la Plaza San Pedro. Espectacular, enorme y majestuosa, ya tenía mucha animación. Familias emocionadas pensando que verían al Papa por la ventana, religiosas emocionadas como quinceañeras…


Y ante ti, la mayor Basílica construida. La Basílica de San Pedro; y coronándola, su cúpula; que domina la ciudad de Roma, advirtiendo a la gente: somos la iglesia, el poder; os vigilamos…



Nos ponemos rápidamente en la cola para pasar los arcos de seguridad; y menos mal porque justo detrás de nosotros se empezó a formar una cola tremenda.


Tras pasar los arcos, decidimos ir primero a la cúpula para divisar las increíbles vistas de Roma y de los Jardines del Vaticano.


Tienes la opción de hacer toda la subida a pie (5 euros) o hacer la primera parte en ascensor (7 euros). En esta visita decidí utilizar el ascensor… aun así, la segunda parte de la subida debe ser a pie. Y es mortal, por unas escaleras estrechísimas (la última parte); tanto que puede llegar a ser agobiante.


Pero llegas arriba y se te curan todos los males, porque tienes a tus pies la ciudad más magnífica del mundo. Divisas todos los tejados de Roma, el panteón… Es todo tan bonito que no puedes dejar de mirar a todas partes. Y tienes ante ti la famosa postal desde la Cúpula, con la columnata de Bernini simbolizando el abrazo de la iglesia a los fieles…


 


Cuando bajas, lo haces primero a una terraza de la Basílica donde puedes refrescarte y ver más cerca la impresionante cúpula.


Y ya bajamos aprovechando que sales a la zona de la Basílica sin tener que salir de nuevo afuera.


Qué decir de la Basílica; es realmente impresionante, una verdadera obra maestra de la arquitectura; con obras de arte importantísimas.


Nos dirigimos al primer punto de interés y una de mis esculturas preferidas: La Pietá de Miguel Angel. Increíble de verdad, preciosa, y con una delicadeza que hace que te llegues a emocionar. Fue muy criticada en su día porque decían que el rostro delicado de la virgen no se correspondía con la realidad; pero Miguel Ángel se defendió diciendo que se inspiró en la imagen que él tenía de su madre cuando era joven. El cuerpo del Cristo yacente es realmente perfecto, y con un nivel de detalle que hoy día dudo que llegara alguien a conseguir. (Miguel era un auténtico genio).


 


Dimos una vuelta rápida sin centrarnos mucho en la Basílica, porque teníamos hora para la visita a la Necrópolis a las 10.45.


Salimos y nos dirigimos a la zona del Ufficio Scavi (mirando a la Basílica a tu izquierda) y tras enseñar la reserva a la Guardia Suiza, pasas dentro y esperas a que se forme el grupo.


 


Una visita realmente interesante en la que te enseñan la Necrópolis Vaticana y te van explicando cómo fue construyéndose y la historia de la construcción de la Basílica; hasta que llegas al punto álgido de la visita: la Tumba de San Pedro; donde puedes ver (supuestamente) los huesos del Santo envueltos en púrpura. ¿Qué si es cierto? Pues no lo sé, eso que lo juzgue cada uno.


Personalmente recomiendo mucho la visita a la necrópolis no por temas de creencias religiosos sino por el hecho de ver el cementerio antiguo allí ubicado o frescos de hace muchos siglos.


Cuando sales de la necrópolis lo haces por la zona de las tumbas papales, y es impresionante ver a muchísima gente rezando ante la tumba de Juan Pablo II (sencillísima su tumba, no como otras…).


Salimos ya de nuevo a la Basílica y ahora si nos tomamos nuestro tiempo para pasear por ella y sobre todo para quedarme embobado con el Baldaquino de Bernini. La verdad, que la Basílica parece un parque temático de la cantidad de gente que puede haber, pero bueno todo es armarse de un poco de paciencia e ir a tu ritmo.


 






Me gustaba mucho la forma de filtrarse la luz y los efectos que hacía.


 



Cuando sales de la basílica te impresionas más aún de las dimensiones gigantescas de la Plaza… y por supuesto tuvimos nuestro momento freak buscando los medallones de la película Angeles y Demonios.


 Y ahora sí que teníamos que parar a comer algo porque nos esperaba mucho trote por delante, así que nos comimos unos buenos trozos de pizza sentados a la sombra dispuestos a empaparnos por no decir emborracharnos de arte: nos íbamos a los Museos Vaticanos.


 Como era casi hora de comer, apenas había cola para entrar. Por eso recomiendo o llevar la entrada reservada o ir sobre las 13/14 H, porque si no os encontraréis colas inmensas para entrar.


Cuando entras… uffff que cantidad de gente… no os podéis llegar a hacer una idea; además la mayoría de ellos pasar por las salas sin mirar porque van directos a la Capilla Sixtina.


 No voy a entrar en detalle de todo lo que hay en las salas, pero es IMPRESIONANTE lo que hay allí guardado. Llega un momento en que sientes un poco Síndrome de Stendhal.


 


 





Y por fin, cuando no sientes tus pies, y vas arrastrándote llegas, a la Capilla Sixtina… no hay palabras para describirla, porque para mí es preciosa. Os dejo alguna foto (no se pueden hacer así que cuidado). No dejas de pensar en cómo ese genio pudo llegar a hacer algo tan increíble.


 




Recomendable y muy poco visitada es la Pinacoteca Vaticana.


 Cuando ya tuvimos suficiente arte, decidimos marcharnos porque estábamos completamente “idos” de tanta obra de arte; así que nos dirigimos de nuevo hacia la Plaza y bajamos por la Via della Conciliazione para llegar a ver por fuera el Castel’ Sant’Angelo (ahora más famoso por Angeles y Demonios) y el preciosísimo Ponte Sant’Angelo con los Ángeles de Bernini sobre él (cada ángel, lleva un símbolo de la pasión de cristo).





Fuimos paseando tranquilos y relajados dirección al Palacio de Justicia que si se tiene tiempo es muy bonita su fachada.


 Como estábamos agotados decidimos ir al hotel a darnos una ducha y descansar antes de la cena, pero de camino encontramos la Iglesia de Sant’Agostino. No íbamos a entrar, pero ya que estábamos allí, lo hicimos y menuda sorpresa ¡! La Madonna di Loreto de Caravaggio ¡. La verdad es que toda Roma es un museo… es increíble.


 Ahora sí nos fuimos al hotel a descansar un rato antes de la cena. Esa cena sería especial solo por el sitio… Os lo recomiendo 100% Pizzería Da Baffeto. Hay que ir un poco antes de tiempo porque se forman unas colas tremendas ya que es muy conocido por los romanos… y no me extraña, es muy peculiar te pones a la cola y te van llamando y te sientan con gente que no conoces de nada jajaja. Y las pizzas son absolutamente deliciosas y muy muy baratas. Nos gustó muchísimo el sitio y aunque tuvimos que esperar bastante rato para cenar, mereció muchísimo la pena. Está al lado de Piazza Navona, en la Via del Governo Vecchio. Totalmente recomendable.


Después de la cena, toca paseíto nocturno, y esta vez lo hicimos por Navona (con un ambientazo increíble); bajamos hacia el pantheon y nos fuimos a comernos un helado a la Fontana di Trevi. Si de día es espectacular, de noche es mágica, preciosa. Lo que más he disfrutado de esta visita a Roma puede que sean los paseos nocturnos. Roma de noche es espectacular.


 







Nos fuimos al hotel muy satisfechos, pensando que el día había merecido mucho la pena.


Mañana nos vamos a la aventura…