Nuestro penúltimo día de este viaje en diciembre a Nueva York, comenzaba paseando por las zonas cercanas a nuestro apartamento en Chelsea, disfrutando aun de los restos nevados que quedaban en parques y calles.
Como teníamos que comprar algún regalo todavía, sobre la marcha decidimos ir al Century 21 a aprovechar unas ofertas más que interesantes que habíamos visto.
Os cuento que en nuestra primera visita a Nueva York, cuando estuvimos en Century 21 no logramos encontrar nada que captase nuestra atención y nos pareció todo muy desastroso. Esta vez, pues también pero con la diferencia de que como fuimos a primera hora, encontramos todo mucho más colocado y encontramos verdaderas gangas. Si queréis ir a comprar cosas a buen precio y encontrar modelos y talla, es mejor que vayáis a primera hora de la mañana a poder ser, nada más abrir.
Después de comprar y pasear un poco por la zona fuimos paseando de nuevo por Wall Street y alrededores viendo como el bullicio iba cada vez a mas.
Una de las cosas que tenía claras cuando decidimos viajar a Nueva York en diciembre era que quería patinar sobre hielo en Manhattan. Así que como tan solo quedaba ese día y el siguiente para marcharnos no quise posponerlo más y cuando llegamos a Bryant Park, me decidí a ello.
Como os cuento en nuestra guía para preparar un viaje a Nueva York (donde tenéis todo lo necesario para preparar el viaje) la pista de patinaje de Bryant Park es gratuíta; es decir, si llevas tus patines el acceso es gratuito. Como no era mi caso, pagué el alquiler de los mismos por 20 dólares. Como era media mañana aun no había tanta gente como por las tardes que se pone aquello atestado de gente… Pasé un rato divertidísimo y la verdad, era como estar dentro de una película.
Llegaba el turno de acercarnos a dos clásicos de la ciudad de Nueva York.
Fuimos paseando tranquilamente hasta llegar a una de las estaciones de tren más concurridas del mundo: Grand Central Terminal. Imagino que como para mucha gente es uno de nuestro lugares preferidos de la ciudad; sobre todo cuando te paras a hacer la típica foto que todos tenemos y observas el ir y venir de la gente…
Además de eso estuvimos dando una vuelta por el mercado interior (tenían cosas realmente bonitas).
La estación actual está construida sobre la antigua Grand Central Station con unas obras que tardaron unos 10 años en completarse; debido al declive que sufrió en los años 50, se comenzaron a inaugurar zonas comunes y se decidió vender el edificio que hay en la parte de atrás (el que ahora es propiedad del Metlife y que anteriormente fue de la Pan Am).
¡¡ Se calcula, que por esta esta estación pasan más de 100.000 personas diariamente !!
Cuando salimos, fuimos a hacer fotos al que para mí es el edificio más bonito de Nueva York: el Chrysler Building.
Este rascacielos de estilo Art Decó se encuentra en la 42 con Lexington. Tiene 77 plantas y 319 metros de altura; de hecho, hasta que se inauguró el Empire State era el edificio más alto de Nueva York. Como curiosidad, deciros que sigue siendo el edificio de ladrillos más alto del mundo.
Fue la sede de la Chrysler desde 1930 hasta mediados de los años 50 y hace muchos años, también contaba con un mirador que actualmente está clausurado.
Uno de mis sueños, es entrar en alguna de sus plantas, pero me temo que es prácticamente imposible… Una vez me contaron que puedes pedir cita con un carísimo dentista que tiene su consulta en las plantas superiores con unas vistas de infarto (el mismo infarto que debe suponer la factura de la visita al sacamuelas).
Los detalles del edificio de las gárgolas en forma de águilas, los capós o los tapacubos todo en art decó son preciosos…
Como no podemos subir, nos podemos conformar con ver su precioso vestíbulo que hasta ahí si que se puede acceder sin ningún problema y ver los preciosos detalles interiores.
Decidimos retroceder hasta Times Square para ir a comer al Dallas BBQ que tanto nos habían recomendado algunas personas. Pedimos costillas con alguna cosa más la verdad que nos sorprendió porque estaban muy buenas, además pedimos también unas alas de pollo, cerveza y un refresco y pagamos por todo 26 dólares. Ah! y no nos terminamos todo porque las raciones eran súper abundantes.
Seguimos las rutas del día, y fuimos subiendo visitando alguna que otra tienda hasta llegar a Columbus Circle donde entramos en el centro comercial a ver la decoración navideña con sus famosas estrellas colgantes que cambian de color. Muy bonito y con una cafetería en la que os podéis sentar mientras contempláis las estrellas navideñas.
Ya casi oscureciendo volvimos a recorrer los puestos del mercadillo navideño de Central Park mientras veíamos como la nieve seguía en muchas zonas del parque.
Como pasábamos por allí, decidimos intentar entrar al hall del hotel Plaza a ver su árbol de navidad. Estaba seguro de haber leído que se podía entrar pero por las 3 puertas que lo intentamos no nos dejaron acceder de ninguna de las maneras… así que estuvimos en la zona comercial donde nos comimos un pastel exquisito.
El día iba llegando a su fin así que nos fuimos en metro hacia la zona de nuestro apartamento y de camino no pudimos resistirnos a parar en el Papaya a comernos uno de sus perritos…
Estuvimos en un bar cercano al village donde nos tomamos un par de cervezas antes de disfrutar de una suculenta cena tailandesa que nos llevamos a casa por 17 dólares.
Hicimos las maletas con mucha pena pensando que el día siguiente aunque tendríamos casi todo en la ciudad, era el día de regreso a España.