Nuestro primer día completo en Islandia empezó muy temprano en Borgarnes ya que teníamos un largo camino por delante para visitar la península de Snaefellsness.

Cuando diseñamos la ruta que íbamos a realizar, dudamos muchísimo si meter o no esta zona en el planning ya que no íbamos muy sobrados de días, pero nos apetecía muchísimo visitar esta zona tan mítica. Recordar que en esta península; concretamente en Snaefellsjökull está la entrada al centro de la tierra (todo esto según Julio Verne en uno de sus libros más míticos).

Nada más salir de Borgarnes y empezar a amanecer nos encantó lo que vimos: parajes solitarios y cascadas al lado de la carretera. No podíamos imaginar todo lo que Islandia nos iba a regalar.

La primera parada del día era el cráter del volcán Eldborg, el cual lo divisamos desde la carretera y aprovechamos para ver los paisajes tan increíbles y los preciosos colores de la zona.

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No nos acercamos al crater porque encontramos varios accesos cerrados y además, nos metimos por un camino bastante complicado en el que casi nos quedamos encajados en un barrizal así que decidimos salir de allí (además resultó ser un camino privado y salió una granjera a echarnos la bronca).

Volvimos al coche y emprendimos camino de nuevo, camino de Snaefellsjökull sin evitar tener que pararnos a quedarnos completamente enamorados de lo que veíamos: esos arco iris, esas cascadas al lado de la carretera, esos colores tapizando los montes…

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Era imposible pararnos en todos los sitios en los que queríamos parar pero de verdad que solo llevábamos un rato en la carretera y estábamos alucinados (sobre todo con la cantidad de pequeñas cascadas que se veían…).

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Poco a poco llegamos al inicio para la subida a Snaefellsjökull… Aquí alucinamos un poco porque nos cruzamos solo con dos coches, pero uno de ellos era un turismo normal, muy pequeño y la verdad nos preguntábamos cómo se atrevían a meterse por esas carreteras con ese coche…

Fuimos ascendiendo por la montaña y parando en los miradores alucinando con lo que veíamos…

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Llegó un punto ya casi llegando a la cima que empezamos a encontrar nieve, cada vez más y mucho hielo… llegó un punto en el que decididimos dar la vuelta y no avanzar porque había mucha nieve acumulada, tanta que el coche pequeño anterior estaba atascado y no podían retroceder.

A la bajada volvimos a pararnos a admirar esas vistas que nos ofrecía aquel entorno tan espectacular.

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Continuamos con nuestra ruta hasta que llegamos a la zona de Malarrif donde hicimos esa pequeña ruta a pie por los acantilados de Londragar viendo las famosas agujas basálticas.

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El sitio es espectacular y la fuerza del mar era increíble… vimos mucha gente haciendo el tonto y arriesgando su integridad por un selfie…

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Estuvimos un buen rato por ahí, caminando con cuidado entre las piedras y haciendo fotos hasta que decidimos deshacer el camino.

Cogimos el coche para ir hasta el faro y la playa negra de Djúpalónssandur… Nada más bajar del coche fuimos hacia el faro (muchos ya sabéis lo muchísimo que me gustan los faros…). Era un entorno muy bonito.

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Pero cuando llegamos a la zona de la playa, nos quedamos impresionados, teníamos esa playa de una belleza increíble para nosotros solos.

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Os aseguro que las fotos no reflejan la belleza de los lugares, no podíamos dejar de alucinar con todo lo que íbamos viendo.

Ya era hora casi de comer así que decidimos ir a comer al siguiente punto del día: el cráter Saxholl.

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Nunca en la vida me supo tan bien un sandwich de chorizo ibérico… pero no todos los días tiene uno la oportunidad de comer con vistas a un crater de un volcán.

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Disfrutamos mucho de la subida al Saxholl (es más que sencilla y 5 minutos de escaleras estáis arriba), nos gustaron mucho las vistas desde el cráter.

Casi llegábamos a las últimas visitas del día, pero antes de llegar a la última visita nos íbamos parando en lugares increíbles, solitarios, sin cruzarnos con nadie más que con estos preciosos caballos.

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Y por fin llegamos a una de las zonas más conocidas de la península: Kirkjufell, esa montaña cónica con dos cascadas cercanas casi gemelas.

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Este lugar nos gustó muchísimo; a pesar de que cuando llegamos había bastante gente, y mucho autocar de grupos chinos. Fue el único lugar de toda la península en el que encontramos gran cantidad de gente (también había gente en la zona de Malarrif pero no tanta).

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Después de aparcar el coche en el aparcamiento habilitado subimos a la parte de arriba para hacer las fotos por las que se ha hecho famosa esta zona.

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La verdad que la imagen es muy bonita. Una vez leí que cuando estabas frente a Kirkjufell te sentías atraído hacia ella. No sé si atraido, pero no podía dejar de hacer fotos de esas dos cascadas con la montaña de fondo.

Cuando nos «cansamos» de hacer fotos, volvimos al coche y ya nos dirigimos a la localidad de Stykkishölmsbaer para hacer algo de compra en un supermercado BONUS.

Después de la compra, nos fuimos a buscar nuestro alojamiento. Se nos hizo de noche por el camino y tuvimos algún problema para llegar al alojamiento ya que el GPS hizo de las suyas y nos marcaba un camino que no era…

Finalmente y un poco más tarde de lo que pensábamos, llegamos al alojamiento, algo cansados pero muy contentos con cómo había transcurrido el día… y eso que el viaje no había más que comenzar…