Qué ver en Bali: Ubud.

Para nuestro último día en Bali (bueno último realmente no, ya que después de unos días volveríamos a la zona sur) decidimos después de mucho pensar, quedarnos en Ubud.

Este día nos lo tomaríamos con un poco más de calma que el resto, así que nos despertamos un poco más tarde de lo habitual. Tras una ducha y un rico desayuno a base de huevos, fruta y zumos naturales, salimos hacia el Mercado de Ubud.

Ubicado en el centro de Ubud, este bullisioso mercado es un entramado de callejones y escaleras. Si bien hay mucho producto tipo souvenir, también hay puestos de comida y productos locales.

Está bien perderse un poco entre el bullicio, aunque si que es cierto que había lugares por los que era imposible.

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Estuvimos un buen rato dando vueltas por los pasillos y los diferentes pisos. No es de los mercados que más nos ha gustado siendo sinceros pero si que nos pareció interesante la mezcla que había del mercado y algunos templos pequeños con gente local haciendo sus ofrendas.

Después de salir del mercado nos fuimos a visitar el Palacio de Ubud. Este palacio, fue construido en los primeros años del siglo XIX pero un siglo después; tras el terremoto de 1917 fue reconstruido.

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Encontramos muchísimas zonas del palacio cerradas así que tan solo estuvimos paseando un rato y haciendo alguna foto, sobre todo de algunas flores preciosas que encontramos por allí.

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A pesar de que es una de las visitas principales de la ciudad no encontramos mucha gente a la hora que fuimos (debían ser cerca de las 11.30).

Muy cercano al Palacio de Ubud, se encuentra el precioso templo Pura Taman Saraswati y el conocido Café Lotus.

Este templo dedicado a la diosa de la sabiduría es famoso por su estanque lleno de flores de loto.

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La puerta ornamentada al final del estanque es una maravilla.

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Nos tomamos dos zumos naturales en el Café Lotus mientras observábamos el ir y venir de la gente y nos pusimos en marcha para la siguiente visita: Campugan Ridge Walk.

Para llegar a este sendero, hay que ir al Hotel Warwik Ibah Luxury Villas & Spa y antes de llegar a la barrera de seguridad, hay que meterse por un camino a la izquierda y ahí seguir todo el camino.

Este paseo es un verdadero lujo, ya que en medio del bullicio de Ubud puedes encontrar un paseo tranquilísimo entre arrozales.

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En el camino os encontraréis con hoteles y villas e incluso con algún que otro restaurante.

Si tenéis tiempo no dudéis en hacer el camino. Es muy fácil y accesible para todo el mundo y las vistas son muy bonitas.

Nosotros para volver deshicimos el camino y nos paramos a comer en el centro de Ubud.

Ya después de comer nos fuimos caminando hacia el Monkey Forest, otro de los lugares más visitados de Ubud y una de las visitas imprescindibles.

El Monkey Forest o Bosque de los Monos es una reserva natural de más de 27 hectáreas que se encuentra en el centro de Ubud. Tiene varios templos, pero es conocido por los monos que habitan en él.

Pagamos la entrada de 50000 rupias por persona y estuvimos dentro paseando por varias de las bonitas rutas habilitadas.

Al parecer hay más de 350 macacos de cola larga… Yo sigo sin entender muy bien cómo es que la gente se atreve no solo a tocarlos, si no a ponérselos encima…

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Este bosque cuenta además con más de 100 especies diferentes de árboles.

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Después de una buena caminata nos fuimos al hotel a descansar un poco y aprovechar la piscina.

El resto del día lo pasamos con la familia de Elena Sierra (un saludo familia!!!) a los que prometimos ir a visitar algún día a Salamanca. Tras eso, cenamos en una un sitio que nos había gustado esa mañana: KAFE. Cenamos una fajita y sándwich vegetales con una cerveza y un zumo natural por 240.000 rupias.

Como al día siguiente salíamos temprano, dejamos pagado el hotel de Ubud a los que agradecimos sobre todo su gran amabilidad.

Nos quedamos con muchas ganas de visitar el Templo Madre, pero bueno, siempre hay que dejar excusas para volver a los sitios.

Comenzaba al día siguiente otra etapa del viaje: conocer parte de la isla de Flores.

De Bali (a la que volveríamos unos días después) nos quedamos con todo: con su naturaleza exuberante, con sus templos, con su comida… pero sobre todo con la amabilidad de su gente. Y sin duda, muy recomendable la base en Ubud para moverte después por varias zonas de la isla.