El despertador ese día sonó muy pero que muy temprano… a las 4.30 ¡!!
Ese día habíamos concretado con nuestro conductor hacer el recorrido corto empezando por el amanecer en Angkor Wat.
A las 5.00 puntual, nos recoge en la puerta de nuestra guesthouse y comenzamos el camino hacia Angkor.
Paramos primero en la entrada a sacarnos nuestros pases; compramos el de 3 días por 40$ (nos salía más a cuenta); y ya nos dirigimos hacia Angkor Wat…
Cuando llegamos ya había muchísima gente agolpada en la entrada…
Al principio nos quedamos antes de cruzar la pasarela, pensando que ese sería el mejor punto.
Pero vimos que aquello no era exactamente como pensábamos, así que cruzamos la larga pasarela con una humedad impresionante ya… y eso que solo eran las 5.45
Una vez cruzada la pasarela aquello sí que era como lo que tantas veces había visto.
Poco a poco el sol iba saliendo ya y los colores iban cambiando, y a pesar de que estábamos allí cientos de personas, el momento que viví viendo cómo el sol iba saliendo en Angkor Wat ha sido uno de los momentos más mágicos que he podido vivir durante mis viajes…
La humedad cada vez era más alta, pero no nos importaba… vivir aquello, estar allí… es algo que no se puede describir con palabras.
Cuando ya el sol se puso en su apogeo nos dirigimos a explorar el templo.
Angkor Wat está considerado como una de las mayores construcciones religiosas jamás construida y está considera como una de las joyas arqueológicas más importantes del mundo.
El templo es enorme… inmenso… realmente te puedes tirar el día completo explorando sus galerías, observando sus detalles, sus mosaicos…
Fue construido en el siglo XII y se calcula que a finales de este mismo siglo, vivían dentro unas 20.000 personas. Angkor significa capital, y es que fue la capital del gran imperio durante muchos años.
Tuvimos suerte porque además yo creo que mucha gente se queda por fuera, la zona del foso y por las galerías que rodean el templo; así que en muchos momentos pudimos disfrutar de muchos rincones nosotros solos.
Este templo, después del abandono a finales del XVI de la ciudad sagrada de Angkor, fue el único que siguió durante más años habitado por monjes.
Me imagino la cara de los descubridores cuando en el siglo XIX descubrieron todas estas maravillas en mitad de la selva…
Llega un momento en que pierdes la noción del tiempo; y en mi caso, yo no me creía que estaba allí…
Estuvimos un buen rato deambulando por las galerías, descubriendo rincones y maravillándome con los relieves de las apsaras… me parecieron una auténtica maravilla, sobre todo por su nivel de detalle.
Lo bueno de madrugar tanto para ver amanecer es que el día te cunde muchísimo…
Cuando salimos de Angkor Wat aún estuvimos un rato por fuera maravillándonos con la vista mientras nos tomábamos una bebida fresca…
Salimos del complejo de Angkor Wat, muy satisfechos, y empapados…
Nos dirigimos al siguiente punto de interés: el complejo de Angkor Thom; donde al llegas a la puerta sur yo ya me empecé a poner nervioso al ver sobre la puerta una de las caras enigmáticas… Estábamos llegando al Templo de Bayón.
Al llegar sentí una emoción más intensa que en Angkor Wat.
El templo de Bayón es fabuloso; fue construido a finales del siglo XII en estilo budista y contaba con unas 54 torres; pero lo interesante son sus más de 200 enigmáticas caras. Esas caras sonrientes que tantas ganas tenía de ver; ahí las tenía…
Caminamos, subimos escaleras, bajamos… por un lado por otro… no nos cansábamos. Os aseguro que esa sensación de que las caras te estén mirando… impresionante.
Nos cruzamos con multitud de monjes, algunos de ellos rezando, haciendo ofrendas y otros al igual que nosotros, ejerciendo de turistas con sus móviles y sus tablets.
Yo me quedé impactado, sin palabras de verdad (que yo me quede sin palabras es bastante complicado), pensar en cómo habían podido construir semejante templo, semejantes complejos en el siglo XII y esas caras… además a pesar de que en muchos momentos estábamos mucha gente en el mismo sitio (las hordas ya no de japoneses, si no de chinos gritones, sucios y maleducados son tremendas ya en muchos sitios) no hacían que la sensación de tranquilidad allí fuese increíble.
Al salir de Bayon nos fuimos al templo de Baphuon y aquí tuve un momento de casi ponerme a llorar al cruzarme con unas niñas que te intentaban vender unas flores…
Es tremenda la situación infantil en Camboya y desde aquí os suplico que no les deis dinero porque tan solo estaréis contribuyendo a la tremenda explotación infantil que sufre la zona.
No pude evitar que se me cayesen las lágrimas al acercarme y regalarles unas piruletas y un cuaderno. La sonrisa que me devolvieron os aseguro que me caló muy hondo… Estuve un rato con ellas, diciéndoles como nos llamábamos… estaban alucinadas con el cuaderno y el lápiz…
Momentos como ese, hacen que te plantees muchas cosas y que ya merezca la pena que hayas ido hasta allí para; al menos, hacerles felices mientras se comen una simple piruleta.
El templo de Baphuon si bien no es tan espectacular como otros cuenta con unas vistas desde las alturas hacia la selva impresionantes. Os aseguro que es una maravilla sentarte un rato y contemplar la selva camboyana.
Tras caminar un rato por la selva llegamos a la zona de Phimeanakas y la zona del Palacio Real, pero lo realmente fabuloso es la terraza del rey leproso y la terraza de los elefantes.
La terraza del Rey leproso era usada como una especie de sala de audiencias, los restos cuentan con unos relieves realmente bonitos; por no hablar de la terraza de elefantes, con esos relieves perfectos de los animales que le dan su nombre.
Volvimos al tuk tuk después de varias horas desde que llegamos a Angkor Thom y nos dirigimos directos a otro de los puntos fuertes de la visita a Angor: el templo de Ta Prohm, más comúnmente como el templo de las raíces o actualmente y debido a la fama de la película, el templo de Tomb Raider.
Este templo jemer de finales del XII, se llamó originariamente “rajavihara” que quiere decir monasterio real, y se llamó así porque se utilizó como monasterio budista llegando a albergar a más de 12.000 en él.
Es un templo en el que sientes totalmente la fuerza de la naturaleza y es que debido a su abandono después del siglo XV, las raíces, los árboles, la naturaleza pura ha ido tomando su camino.
Mires donde mires tienes a la naturaleza diciendo que ella tiene el poder. La selva ha colonizado el templo de tal modo, que muchas de sus estructuras han tenido que ser apuntaladas, o simplemente derribadas para dejar paso a la naturaleza.
Muchos de los árboles que han ido creciendo han sido talados, pero la atmósfera de estar en unas ruinas abandonadas es única.
El templo, pertenece al estilo Bayón y es uno de los cinco grandes templos construidos en el periodo de Jayavarman VII, el rey más prolífico en cuanto a construcciones jemeres se refiere.
Ta Prohm no decepciona; al contrario… Ya os digo que me da la sensación de que nosotros tuvimos suerte porque en ningún momento tuvimos sensación de agobio en lo que a cantidad de gente se refiere; de hecho, sobre todo al día siguiente en muchos de ellos estuvimos completamente solos.
Desde Ta Prohm fuimos a ver otros templos Ta Keo, donde Alberto se quedó abajo pero yo si que subí arriba y aproveché para hablar con una chica norteamericana que vivía en Shangay y estaba recorriendo el sudeste asiático durante 3 meses… casí na ¡!!,
Terminamos nuestro recorrido en Banteay Kdei, otro templo devorado por la jungla y en el que pude volver a comprobar la explotación a la que están sometidos algunos niños.
Os aseguro que he pasado muy malos tragos durante nuestra visita a Angkor… malos tragos que se compensaban con esas sonrisas que te llegaban al alma.
La jornada había sido larga y ya pasaba la hora de comer así que al volver al tuk tuk decidimos dar por terminada la jornada de visita de templos; la verdad que estábamos agotados y necesitábamos un respiro… así que volvimos a Siem Reap y paramos a comer en Pun Street donde comimos unos pinchos de pollo y noodles con un par de cervezas por 8’50$.
Volvimos al hotel donde nos pegamos una buena ducha reparadora y nos dimos un baño en la piscina a modo de relax ya que al rato Suknoi el tuctuquero nos vino a buscar para llevarnos a un lago en el que se supone que vamos a ver un mercado flotante; pero al llegar a las taquillas vemos como a trillones de chinos y japoneses y para colmo de males nos piden en la taquilla 20$ por persona por un recorrido de 1 kilómetro…
Evidentemente me négue en redondo y le dije a Suknoi que no nos iba ese rollo tan explotado así que nos dio un paseo por el camino rural, viendo las típicas casas elevadas y nos dejó de vuelta en el hotel donde nos volvimos a relajar en la piscina antes de salir a cenar.
Escogimos el “Geneviese’s” por recomendación de otro forero, y fue todo un acierto ya que además de cenar de manera exquisita por 17$ en total, con cervezas y postres incluídos, el 10% de la recaudación diaria, es donada a una asociación para contribuir a dar educación a los niños y jóvenes en Camboya.
Después de la cena, nos dimos una vuelta por la animada Pub Street y por el mercado nocturno de Siem Reap, pero nuestras fuerzas no daban más de sí, así que nos fuimos a dormir que al día siguiente nos esperaba otra jornada de templos…